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Y YA NO DIGO NADA MÁS
14 December 2004 a las 22:26
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(copiado de internet [home.coqui.net])


PARANOIA

Definición de paranoia
Las paranoias son psicosis delirantes generalmente crónicas, cuya gravedad puede variar según sea la estructura de la personalidad que se ve afectada y se organizan como desarrollos delirantes. Provocan que, con el transcurso del tiempo, se construyen ideas patológicas alrededor de la vida del sujeto que las padece, afectando a su medio familiar, social y laboral.

También pueden ser cuadros clí­nicos agudos, ya que pueden estos sujetos padecer descompensaciones agudas, de diferente intensidad provocadas por una inadaptación con el medio ambiente o contexto socio cultural del momento.

El DSM-IV, manual de Psiquiatrí­a, la denomina "trastorno de ideas delirantes" y los criterios en los que se basa para su diagnóstico son la presencia de ideas delirantes no extrañas, de por lo menos un mes de duración, como aquellas que implican situaciones que ocurren en la vida real, como ser seguido, envenenado, infectado, amado a distancia, o engañado por la pareja, o tener una enfermedad.
Además sus alteraciones en la conducta de los individuos, no son debidas a los efectos fisiológicos de sustancias como drogas o medicamentos o a enfermedades médicas.

La paranoia se conoce además como un estado mental patológico en el que el paciente sufre delirios (percepciones y creencias sistemáticas y erróneas, desconectadas de la realidad y resistentes al cambio) de los cuales los más comunes y más conocidos son los de persecución y de grandeza. A finales del siglo XIX, Sigmund Freud definió la paranoia como un trastorno mental en el que el sí­ntoma primordial es la extrema desconfianza hacia los demás; la personalidad paranoide llega a creer que los que le rodean quieren asesinarle. En la forma más grave, la psicosis conocida como esquizofrenia paranoide, el paciente puede tener alucinaciones en las que personajes históricos, mitológicos o religiosos se le aparecen y le transmiten mensajes, alucinaciones obviamente conectadas con los delirios de grandeza del paciente.

Caracterí­sticas
La caracterí­stica esencial del trastorno paranoide es la de un patrón de suspicacia y desconfianza general hacia los otros, de forma que las intenciones de estos son interpretadas como maliciosas. La persona paranoica presenta delirios de grandeza y persecución, por lo que suelen ser autosuficientes y poseen una gran necesidad de controlar a los que les rodean.
Las personas con este trastorno piensan que los demás se quieren aprovechar de ellas o que les van a engañar, que traman algún complot en su contra. Desconfí­an de la lealtad de su pareja, amigos y compañeros, acusándoles ante la mí­nima desviación de deslealtad. No suelen establecer relaciones de intimidad, pues piensan que la información que comparten puede ser utilizada en su contra. Son individuos rencorosos, en los que el menor desprecio les provoca hostilidad.

Celosos de su pareja, tienden a reunir pruebas circunstanciales para confirmar sus sospechas.
Etimológicamente la palabra paranoia, significa estar fuera de la propia mente. En 1818, Heinroth equiparó el término al de locura. A partir de los estudios del psiquiatra alemán Kraepelin, el concepto de paranoia toma un significado preciso, y su actual significado se lo da el psiquiatra Kahlbaum en 1863. Henderson y Gillespi (en 1962) definen al paranoico como: una persona que cree que tiene razón, que está justificada en sus creencias y que cualquiera que se oponga a su punto de vista se está comportando mal con ella o, por lo menos, de forma no comprensiva. Normalmente estas personas no tienen conciencia de enfermedad, por lo que no aceptan tratamiento.

El paranoico puro es capaz de llegar a cometer asesinatos y frecuentemente se ve envuelto en pleitos legales como respuesta a las amenazas que percibe en el exterior. Afortunadamente la paranoia pura es rara; muchas veces no se puede diagnosticar correctamente y no existe tratamiento conocido. Forma parte del grupo de trastornos psicóticos y se puede presentar de forma aislada o como un rasgo más dentro de otros problemas psicológicos. Con la esquizofrenia comparte rasgos de suspicacia, distanciamiento interpersonal o ideación paranoide, pero no los sí­ntomas de alucinaciones, pensamiento mágico, embotamiento emocional y pensamiento autista tí­picos del trastorno esquizoide de la personalidad. La esquizofrenia paranoide es una de las tres variantes de la esquizofrenia - la hebefrénica y la catatónica son las otras dos -.
Con la histeria y el trastorno lí­mite de la personalidad, comparte la tendencia a reacciones de ira ante pequeños estí­mulos.

Diagnóstico diferencial
Los rasgos paranoides se pueden observar también en personas que no se consideran enfermos mentales; son personas obstinadas, susceptibles y con una excesiva autoestima. Se diagnostica como trastorno de la personalidad, cuando existe un deterioro funcional significativo o malestar subjetivo.
Parece que existe una relación directa entre la psicologí­a de la paranoia y la de los profetas y los lí­deres, cuyo discurso grandilocuente se puede considerar delirante si sus ideas no concuerdan con las de la mayorí­a de sus coetáneos.

Los grupos minoritarios, como son los inmigrantes o miembros de otras etnias, pueden mostrar comportamientos recelosos o defensivos debido al desconocimiento o a la percepción de desprecio por parte de la población mayoritaria; los comportamientos que están influidos por estos contextos no deben de ser calificados de paranoides.

El trastorno paranoide de la personalidad se da en un 0,5-2,5% de la población general y es más frecuente en varones que en hembras.
Se manifiesta en la edad adulta y aparece en la infancia y adolescencia a través de actitudes y comportamientos solitarios, relaciones escasas con los compañeros, hipersensibilidad y pensamiento y lenguaje peculiares.

Paranoia y delirios
La paranoia tiene una serie de ideas delirantes, caracterizadas por ideas delirantes bien construidas y sistemáticas. Estas ideas delirantes se acompañan de trastornos del juicio y de la percepción, sin deterioro intelectual ni perturbación de las funciones instrumentales.

Hay variedades de delirios:
1. Delirios de reivindicación: Se caracterizan por tener una idea que prevalece sobre las demás, subordinando todas las conductas a un postulado fundamental. Los sujetos que los sufren poseen un temperamento vivo, receloso y susceptible; son fanáticos de la polí­tica, religión o reforma social. Sobre esta constitución paranoide desarrollan el delirio, debido a un fracaso o un conflicto. Se pueden ver tres tipos:
a) Los nuerellantes: Persiguen la defensa de su honor a ultranza con menoscabo de sus intereses.
b) Los inventores: Reivindican el mérito, guardando el secreto de sus experimentos, quejándose de ser desposeñ­dos de la patente.
c) Los apasionados idealistas: Sueñan con sistemas polí­ticos de paz universal. Su reivindicación es ideológica, atentando contra hombres polí­ticos e instituciones.

2. Delirios pasionales: En ellos existe un núcleo afectivo, con trastornos alucinatorios, impulsividad y pasiones imaginarias. Dentro de estos delirios podemos distinguir :
a) El celotí­pico: Consistente en la transformación de la situación de la relación amorosa de la pareja, en una situación triangular. Se siente burlado y abandonado. Se funda su delirio en un montón de pruebas falsas y falsos recuerdos. Los sueños contribuyen a alimentar su pasión celosa.
b) El erotomaniaco: Es la ilusión delirante de ser querido, de ser amado, con sentimiento de orgullo y esperanza. Afirma que es el objeto (persona que ama), el que ha empezado a declararse. Termina con una frase de rencor, llegando a veces hasta el drama pasional.
c) El sensitivo de relación de Krechmer: Afecta a personas menos agresivas, de carácter tí­mido, hipersensibles y con complejo de inferioridad. La persona se relaciona con un grupo (vecinos, familia o su cónyuge); esta persona es el centro de interés enojoso y humillante de un conflicto vivido con los demás. Reacciona con depresión. Es tí­pico de los gobernantes y el de persecución, de las solteronas.
d) El de interpretación: Constituye una especie de locura razonante obedeciendo a una necesidad de explicarlo todo y descifrarlo todo. Interpreta erróneamente una situación normal (un saludo, una mirada). Por medio de esta interpretación transforman el mundo, construyendo el delirio sobre los temas: de persecución, envenenamiento, misión divina, etc.

Rasgos para detectar un caso de paranoia
Los rasgos que debemos buscar en la escritura para poder detectar un caso de paranoia son los siguientes:
1. La paranoia es una ideación extrema. Así­ que el paranoico es un idealista enfermo, por esto debemos buscar los rasgos definitorios en la parte superior de las letras: las hampas.
2. Repetición de un tema. Hay que analizar la repetición de muchas palabras clave que no guardan la debida proporción con el texto.
3. La emoción desbordante y enormemente comunicativa le impulsa a escribir en cualquier sitio y, es muy probable que un mismo papel le lleve hasta el mí­nimo rincón, incluso dándole vueltas.
4. La necesidad de comunicar a los demás su monomaní­a o delirio parcial, le obliga a subrayar varias veces la misma palabra que, normalmente, es la palabra que él considera clave, y/o bien a poner dobles signos, e incluso triples, de admiración.
5. Palabras expresivas y altisonantes: neologismos.
6. Frases rebuscadas.
7. Puntos agudos a la derecha y hacia abajo.
8. Mayúsculas altas y adornadas, a veces 10 ó 20 veces mayores que el cuerpo central de la escritura.
9. Letras grandes y arrogantes, lentas.
10. Trazado sobrealzado.
11. Puntos y rayas innecesarios.

Considerar la paranoia como una enfermedad es una especie de anacronismo, pues nos aleja del conocimiento de la naturaleza misma del funcionamiento de la mente normal y, por consiguiente, de la mente enferma.

Se puede afirmar que las discusiones que históricamente se registran sobre la categorí­a psicológica de la paranoia, llevan a un callejón sin salida. Esto es en parte -porque la paranoia, en el sentido más moderno posible, que es el de Kraepelin (10), es muy difí­cil de observar en un estado nosológico puro y aislado.
Por otro lado, el desconocimiento de la naturaleza (el origen, las causas) de las llamadas "psicosis endógenas" inhabilita sobre fórmulas que intenten llevar las "formas clí­nicas" a la categorí­a de "enfermedades". Es éste un defecto estructural de la Nosologí­a psiquiátrica que no se ha intentado corregir con demasiada convicción. Pero lo que más influye sobre esta insuficiencia, es el hecho de que el carácter persecutorio y otros rasgos bien conocidos (vivencias de autorreferencia, percepción delirante, etc.) se observan en multitud de afecciones que no coinciden con la clásica descripción de la paranoia, por la evolución, la edad de comienzo y la coexistencia de otros sí­ntomas, obligando a la utilización del calificativo de "paranoides". Estas caracterí­sticas, se muestran además como "cualidades" del comportamiento primario defensivo con el que todo individuo está familiarizado por propia experiencia. Todo aquél que tenga vecinos o haya experimentado los celos sabe esto.

La paranoia parece ser -mucho más que una enfermedad o un desarrollo patológico- una cualidad de ciertos procesos psí­quicos (o de todos) y que se ve exagerada o se manifiesta desproporcionadamente en algunos enfermos.
La estructura "alopsí­quica" para designar la relación del "SÍ­ mismo" con el mundo exterior) se orienta patológicamente al intensificarse y verse invadidos todos los rendimientos del psiquismo con esta "cualidad de relación" pero, en verdad, no parece más que la exacerbación de un atributo que forma parte del funcionamiento normal.

Este fenómeno "cualitativo" -que, desde ya, pertenece al terreno de la Afectividad profunda y más primitiva -sufre seguramente una alteración "cuantitativa" y se manifiesta con intensas señales de peligro que actúan también -aunque más armónicamente-en el rendimiento psí­quico normal y en los animales sirven a los fines de la preservación defensiva.

Paralelamente -no puede decirse si es una con causa o una consecuencia- se observa en los pacientes paranoides una exaltación "autopsí­quica" (Wernicke) o de las Relación del "Yo" consigo mismo (la llamada por Ball "autofilia") y que el Psicoanálisis conceptualiza en parte como "Narcisismo". Como es bien sabido, estas estructuras también son parte de la conformación psí­quica normal y sus alteraciones mórbidas parecen ser fenómenos "cuantitativos" de exaltación de cualidades normales, más que hechos completamente nuevos.

Diversos son los elementos y manifestaciones que participan en la enorme variedad de sí­ndromes "paranoides". De hecho, la "cualidad paranoide" no puede ser considerada como un mero reflejo arcaico de furor, agresividad o desconfianza. Deben añadí­rsele cualidades de otros sistemas que como -especialmente- la Memoria y el Razonamiento lógico, intervienen para dar a la paranoia el carácter humano que -ahora sí­- la distinguen del más simple mecanismo preventivo del animal.

Memoria y Paranoia
Es muy evidente que una alteración de la Memoria tiene lugar en los delirios paranoides, ya que la perturbación conocida como "cualidad de relación" no es más que una "vivencia de familiaridad" patológica. Está afectado pues, el "reconocimiento", proceso de memoria al fin.

Un hecho más evidente aún lo constituye la presencia de los "falsos recuerdos" cuya existencia en los delirios paranoides es mucho más frecuente que lo que habitualmente se consigna en las historias clí­nicas y están muy lejos de ser exclusivos -según he observado personalmente de la forma confabulatoria de la parafrenia (si bien en esta forma clí­nica es cierto que abundan).

Este último trastorno, que resulta de acumular sucesos reales, pero distorsionados tendenciosamente en la memoria del delirante, conforman su realidad como una historia plagada de "hechos significativos" (a veces simples fábulas, pero siempre lejanos en el tiempo) como de otro modo no ocurre en la memoria biográfica de una persona normal. Relacionando estos conceptos con los anteriores, una "vivencia de familiaridad patológica" empuja al sujeto a percibir la realidad como siempre enlazada con hechos del pasado nunca diversos o casuales. La cualidad paranoide hace de este mecanismo normal de la memoria un estereotipo iterativo y magnificado cuantitativamente. En los delirantes, la saga de "falsos recuerdos" va enriqueciéndose y confirmando su sustrato patológico, que es un hecho de memoria.

No debe olvidarse que, debajo del notable desarrollo del neopalio, el cerebro humano conserva intacto un "cerebro primitivo" con todas sus propiedades y que sólo resulta "enmascarado" su accionar por la actividad cortical superior, con lo cual, comparar las reacciones emocionales y delensivas humanas con las de los animales no es meramente hipotética y está lejos de ser un despropósito.
Pero los "falsos recuerdos" no están tan lejos como se presume del mecanismo de funcionamiento normal de nuestra memoria, por lo que dista de ser un fenómeno enteramente patológico, de no ser por su intensidad. En otro lugar (12) he afirmado que en rigor- todo recuerdo puede ser.considerado como "falso" en virtud de que siempre se conserva con caracterí­sticas personales subjetivas (no objetivas).

Borges inicia uno de sus relatos con estas palabras: "Mi relato será fiel a la realidad o, en todo caso, a mi recuerdo personal de la realidad, lo cual es lo mismo." Y en verdad esa es la forma en la que recordamos siempre.
Según parece, la exaltación de este mecanismo de la memoria es la cualidad sobresaliente de los delirantes paranoides, en combinación con procesos superiores de Razonamiento lógico-intelectual que se analizarán más adelante.

Estructura biológica de la memoria
Es evidente que todo acontecimiento psí­quico toma su material de configuración de entre la información disponible en el tejido cerebral. Ya que el futuro aún no ha tenido lugar y el presente tiene un carácter claro y evidente que a cada momento pasa a ser experiencia almacenada selectivamente, no cabe más que inferir que el "pasado" aporta el material primordial que confluye al psiquismo. La función mnésica es la que siempre participa -y es imprescindible- para configurar hechos psí­quicos.

En ningún momento el cerebro produce acontecimientos psí­quicos que no se originen en experiencias pasadas, ya que el simple aprendizaje, también es un hecho de memoria.

Ahora bien, esta función mnésica es altamente compleja y está integrada por "memorias parciales" acompañadas de sus correspondientes "vivencias de familiaridad" locales que concurren a un registro polisensorial que hace aparecer esta actividad multifocal como una sola: La Memoria.

Para esclarecer aún más este concepto de " memoria", que en definitiva es un proceso de registro configuracional y de capacidad de reconocimiento de estas configuraciones, debe decirse que existe una memoria motora, con lo cual queda claro que esta capacidad de registro del cerebro es mucho más que lo que vulgarmente llamamos "recordar". Se trata de una propiedad general del tejido nervioso.

En lo que concierne al mecanismo implicado en la paranoia -tema de este trabajo- requiere un análisis, en lo posible breve, de los dos aspectos esenciales que presenta la actividad mnémica.

Se puede dividir groseramente este proceso en dos niveles correspondientes con homólogos niveles anatómicos y filogenéticos de la constitución del cerebro.
En primer lugar, los procesos de registro y reconocimiento cortical del neopalio, que podemos agrupar como "memorias locales" y que funcionan en base a lo que se ha dado en llamar "vivencia de familiaridad local". Para cada área cortical (gnosias visuales, auditivas, polisensoriales y las gnosias filéticamente más refinadas, que son las del lenguaje verbal), este procedimiento de "reconocimiento" de señales llegadas a dichas cortezas se hace en función de sistemas "preformados" (atávicos) y del aprendizaje.

Todo hecho de la realidad se hace así­ parte "material" de una configuración cortical (o de un conjunto de configuraciones) y pasa a ser lo que el sujeto "reconoce" como realidad, o sea aquella que él mismo puede evocar o recombinar (voluntaria o instintivamente) a través de la "materialidad" interna en la que queda registrada esa realidad, que una fuerza exterior y éste no es más que un proceso de memoria, sólo que ésta última puede corresponder a rendimientos de muy diversa estirpe. No obstante ello, la naturaleza ñ­ntima de este proceso es común: la vivencia de familiaridad local y el reconocimiento preformado unido al que estos procesos del nivel neocortical se suma la influencia permanente del nivel inferior "endotí­mico" que procede del diencéfalo lí­mbico e influye sobre los rendimientos superiores con la "entonación afectiva" a través de zonas corticales filéticamente más antiguas (el hipocampo, el gyrus cí­nguli, etc.).

La función de estas cortezas "viejas" (primitivas) también se expresa como un proceso de "memoria", pero ligada ésta ñ­ntimamente a la vida emotiva e instintiva propia de su estrato inferior. A este sistema se debe el "valor" o "contenido instintivo-tí­mico" y la posibilidad de estructurar una "memoria emocional".

Cada proceso de pensamiento es una integración de representaciones superiores o neocorticales con su correspondiente influencia emocional inferior. El proceso descripto por Freud como "carga" de una representación no es más que lo que acaba de describirse. La elaboración psicoanalí­tica sobre el par "olvido-recuerdo" asienta en esta "bifidez" del proceso mnésico (representación y carga).

Afectividad y paranoia
En relación con la Memoria, el impulso que se manifiesta como cualidad paranoide proviene de rendimientos subcorticales (diencéfalo lí­mbico) y de registros corticales primitivos (corteza paralí­mbica). En este punto, que resulta de primordial importancia (la génesis afectiva de la cualidad paranoide) habrán de ser es paradójicamente contundentes y breves.

Es bastante bien conocido que el cerebro lí­mbico es productor especí­fico de reacciones emocionales primitivas vinculadas con la expresión de instintos y la influencia de este sistema cerebral "primitivo" sobre las conductas de personas y animales ha sido muchas veces confirmada y aceptada.

En nuestro medio, Goldar ha detallado con suficiente amplitud los circuitos del sistema lí­mbico ligados a la producción de "señales de peligro", especialmente el conjunto que va del núcleo amigdalino, por ví­a del hipocampo y el fórnix a sus proyecciones sobre la corteza orbitaria posterior, región cortical en laque se procesan los que este autor llama "valores preventivos". Por ello puede pensarse en la participación especí­fica del fenómeno primario paranoide como resultado de rendimientos lí­mbicos. Esto harí­a de la cualidad paranoide un fenómeno esencialmente afectivo, a despecho de quienes creen ver la paranoia, un fenómeno intelectual o racional.

El hecho -mencionado reiteradamente por Goldar - de que en muchos psicóticos esquizofrénicos se pierdan estos valores preventivos (caracterí­stica tí­pica de las hebefrenias y los cuadros defectuales en general) hablarí­a de la deteriorización de esta articulación de sistemas cerebrales. La existencia de vivencias paranoides hablarí­a -por el contrario- de una indemnidad (inclusive una hiperactividad) de estos circuitos.

La capacidad de distorsionar los términos de la realidad que tienen los afectos exaltados es muy corriente de observar en el mecanismo de las "ilusiones" y ésto, tanto en maní­acos como en personas normales que pasan por momentos de intensa emotividad. También es un fenómeno que todo el mundo conoce por experiencia personal.

La exaltación de los "valores preventivos" no puede llevar a alguien a otro lado que a la paranoia, ya que estos "valores" son esencialmente defensivos.
V. Razonamiento y paranoia

La idea tan difundida de que la paranoia es un trastorno del intelecto debe considerarse a la luz de lo expuesto, como una simple apariencia. Según lo que se ha detallado arriba, tanto en la clí­nica como desde la neurobiologí­a, el trastorno "primario" de los pacientes paranoides proviene de la afectividad profunda.

Por una razón que es propia de la naturaleza misma de nuestra especie (hecho que reside en la estructura nerviosa que la caracteriza) la tendencia a "poner en palabras" los sentimientos, certezas y opiniones sobre el mundo y a manifestar verbalmente interpretaciones sobre la realidad, es patognomónica del hombre.

Es natural, por ejemplo, que una persona que experimenta intensos celos, crea adivinar en las actitudes de su pareja la confirmación de la temible certeza que la embarga.

La interpretación racional constituye siempre un fenómeno secundario (posterior) a un hecho emocional que lo impulsa, lo cual coincide con el escalonamiento filogenético que corresponde al pensamiento verbal, que es el último en aparecer y el más especializado.

Según Allport el "afán de explicación" es una natural tendencia de las personas a tratar de "explicar" situaciones que se le presentan. Es así­ que se generan los rumores. Cada uno transmite los hechos no objetivamente, sino como cada uno tienda a interpretarlos. Nadie transmite información "objetiva" o que no esté distorsionada con su visión personal. Desde este punto de vista, la objetividad es casi inexistente, como se ha visto también en el caso de la memoria.
El origen la paranoia puede ser muy complejo, aunque no es un trastorno del pensamiento intelectual, que en estos pacientes está perfectamente conservado.
Cada vez que un paciente emite una interpretación delirante demuestra, sin necesidad de otra prueba, que su capacidad de raciocinio no está afectada directamente sino tal vez simplemente distorsionada.


Caracterí­sticas de los paranoicos
"¢ Las personalidades paranoides se caracterizan por unos patrones y unos rasgos de conducta que permiten distinguirlas y estudiarlas.
"¢ Evitación de la intimidad: se mantienen firmes en su postura, evitan la intimidad por temor a dar información que pueda ser utilizada como arma por sus enemigos.
"¢ Estado de alerta: se nota en el paranoide, cuando se le observa, el estado de alerta, de tensión. Es una persona que detecta el ataque y la infidelidad donde otros nada ven.
"¢ Rencorosos: están a la espera de la venganza. La sobrevaloración, la intolerancia a la crí­tica, la autojustificación de los errores, el humor irónico y la necesidad del contrincante forman parte de los rasgos del trastorno paranoide.
"¢ Grandiosidad: porque tienen su propia manera de ver el mundo y le dan un alto grado de validez respecto de la forma en que lo evalúan los demás.
"¢ Hombres de dos caras si se tiene la oportunidad de hablar con algún familiar o persona cercana, se verá que le paranoide tiene un tipo de conducta para los familiares o amigos y otra muy distinta para los que no lo son.

Tipos de paranoias
"¢ Tipo erotomaní­aco ideas delirantes de que otra persona, en general de un estatus superior, está enamorada del sujeto.
"¢ Tipo grandiosidad ideas delirantes de exagerado valor, poder, conocimientos, identidad o relación especial con una divinidad o una persona famosa.
"¢ Tipo celotí­pico ideas delirantes de que el compañero sexual es infiel.
"¢ Tipo persecutorio ideas delirantes de que la persona o alguien próximo a ella está siendo perjudicada de alguna forma.
"¢ Tipo somático ideas delirantes de que la persona tiene algún defecto fí­sico o una enfermedad médica.
"¢ Tipo mixto ideas delirantes caracterí­sticas de más de uno de los modelos anteriores, sin predominio de ningún tema.




CONCLUSIÓN
Después de todo, puede que no sea desventajoso que la nosologí­a psiquiátrica se haya debatido con la cuestión de la paranoia, tratando en vano de agrupar sí­ntomas como si fueran enfermedades, lo que nos lleva a estudiar la fisiopatologí­a del cerebro, en busca de explicaciones más que de rótulos. La búsqueda nos lleva a un problema que quizás sea más trascendente y es el del funcionamiento de la mente normal y del sustrato neurobiológico del que es origen.

Resumiendo todo, la paranoia puede considerarse con derecho, más una "cualidad" presente en alguna medida en el rendimiento normal, que como una monstruosidad completamente extraña e incomprensible. Esta cualidad nos hace precavidos y propende a la defensa y pone en acción instintos esenciales para la supervivencia. El aumento desproporcionado de intensidad y sobre todo su fijeza y rigidez hacen de este componente instintivo, un sí­ntoma, tal vez una enfermedad.

Las paranoias forman parte de la personalidad de algunos individuos, afectando al desarrollo óptimo de sus vidas e impidiendo que éstas se desenvuelvan con normalidad. Los psicólogos y/o psiquiatras son los encargados de diagnosticarlas ya que existen grandes confusiones acerca de las causas y caracterí­sticas de la personalidad paranoide.

Como hemos visto, las personalidades paranoides se caracterizan por girar alrededor de la desconfianza. Son personas que únicamente tienen seguridad en su entorno y en la rutina de sus vidas. Por eso, cuando alguien desconfí­a de un sistema de creencias consensuado evidentemente debe formar, si no se desmorona como persona, su propio sistema de creencias. ñ‰ste se basará en un uso abusivo del razonamiento, de la interpretación, que formará una posición muy particular en relación con el resto de las personas. Utilizan básicamente un tipo de razonamiento deductivo donde los hechos particulares sólo confirman o no una determinada hipótesis. Estos prejuicios, hacen que interpreten las acciones de los demás como amenazantes y hostiles. Por ello, las persona paranoicas son obstinadas, rí­gidas y están a la defensiva. Tratan de buscar las claves que revelan las intenciones de los demás, buscan las llamadas segundas intenciones, la prueba que demuestre que están en lo cierto y que no se equivocan. Clasifican a las personas en dos grandes grupos: aquellos que están con ellos y los que están en contra. No existen los términos medios. Es por eso que este trabajo intenta ser una explicación de este fenómeno.

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