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aivan
No, no, no, no tiene NADA de milagroso (entendido como intervención divina), no es ninguna casualidad. Esto lo ha ideado un hombre, o varios, es fruto del intelecto y la investigación, y la pericia de un grupo de hombres.

Y si resulta que el asunto es que la mano divina está detrás de todo acto o pensamiento humano y por tanto sí es obra de Dios, entonces el libre albedrío es una futilidad, una ilusión. Por no decir que resulta muy conveniente que sea un argumento indemostrable y, por tanto, completamente carente de significado.

Dogma de fe. Yo estas palabras las encuentro aterradoras, porque igual que tú tienes una visión y, por lo que veo, unas intenciones con las que comulgo (ejem), esas mismas palabras justifican muchas otras acciones e intenciones que, por lo indemostrable del asunto, vienen a tener tanta validez como las tuyas.

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Lo que más me llama la atención del ansia generalizada del ser humano porque haya algo más (algo inexplicable, algo mágico, se entiende); es que nada o casi nada de lo que suponemos como “no mágico” está explicado: sí, hay muchos procesos causa-efecto obervados, descritos e incluso previstos; pero no hay ningún porqué objetivamente y perfectamente explicado: quizá sí científicamente, pero no filosóficamente.

De tomar esto como cierto, se escondería todo un universo “mágico” ahí donde está todo lo que ya conocemos: habría entonces algo de “magia” en lo que se refiere a…, por ejemplo, contemplar un bosque: simplemente porque no podemos explicar la estampa, y aún porque en el hipotético caso de poder explicarla: nunca podríamos explicarla y contemplarla al mismo tiempo.

Tenemos una imagen distorsionada de lo que son las hadas y los demonios reales: para pensar en un bosque encantado nos imaginamos un hada reluciente con alas posándose en un cedro; pero no sería real… ¿Qué es esa persona con la que querrías contemplar el bosque sino la representación real de dicha hada?, ¿Y cuánto sabes en realidad sobre esa persona?. Ésas son las hadas que encontraremos en el bosque y no estarán únicamente en nuestra cabeza: pues sólo habría que saber verlas como tales.

¿Y cuáles son los demonios que podemos encontrar en el bosque?, ¿Son ésas invenciones con rostro cabrío?, realmente no: ¿No serán más bien nuestros demonios sentimientos como el triste vacío de quien entra en un bosque y le resulta indiferente?

Para resumir: no parece muy factible que algún bosque esté encantado, pero sí que nosotros quedemos “encantados” por él si conseguimos ver a través, e incluso a fin de cuentas podría ser igual de ilusionante pues podría llenar ese vacío que deja la inercia de buscar siempre algo más.

Éste no es un post sobre inventarse tal o cual cosa para crearse una felicidad de plástico, sino sobre el poder de cultivar la espiritualidad para crearse una felicidad de carne y hueso.