Roma es la ciudad más bella de la faz de la tierra, he estado dos veces e iria cien. Debe venir de familia, porque en mi casa Roma ha sido siempre una ciudad muy querida, desde que mi padre la visitara por primera vez allá por la primavera de 1960, en plena fiebre preolímpica.
El viaje se inició con el consabido retraso de una hora, courtesy of Iberia. Todo y así a las 20 h del viernes, estábamos dando un primer paseo por el centro. Cerca del hotel teníamos la Piazza Navona, tan llena de turistas que no te dan ganas ni de pararte a admirar sus fuentes, las calles adyacentes, tomadas por una horda bárbara como la que acabó con el Imperio “el romano claro- unos cuantos siglos atrás. Pese a esa impresión inicial, el paseo es muy agradable, los rincones y recovecos muy interesantes.
Después de una cena (consejo: desconfía de las guñas que te dicen "un capricho") escandalosamente cara, aunque buena (faltaría mas), aún nos dio tiempo para abrirnos paso entre la multitud y pasear hasta la mítica Fontana di Trevi. Me pasó lo mismo en mi anterior visita, sabes que está ahí, pero no deja de sorprender doblar la esquina y ver ese peaso fuente allí encajonada. Una pasada, grandiosa, pero eso sí, a rebosar de gente.
El sábado, día del concierto lo pasamos en su mayoría pateando.
Saliendo del hotel, se veñan cosas como estas
Caminamos primero hasta Piazza Spagna, con parada y sentada incluidas en sus míticas escaleras, viendo gran variedad de camisetas udosianas. En las callejuelas, alguna tiendas que pa"™ que, y anda que te anda hasta el Coliseo. Paseando del Renacimiento a la Antigua Roma.
A comer, de nuevo cerca del hotel, un sitio para recomendar: Don Alfredo famoso por sus fetuccini, que al enterarme que eran de parmesano decidí no tomar, porque la pasta con parmesano no pega con una velada de rock. Sitio con solera, lleno de fotos dedicadas, de gente como Burt Lancaster, por citar al que tenía encima. No demasiado caro.
Un poco de reposo, y nuevo paseo, con visita al impresionante Panteón de Agripa, obra de ingeniería alucinante, con agujero en lo alto en medio, tan difícil que nadie se explica aún como pudieron hacer eso
Un poco más de paseo con compras, hasta que a media tarde ya decidimos dirigirnos hacia el estadio. Sobre el concierto, nada que decir, porque ya está comentado en su sitio, igual que el caótico regreso al hotel.
Al día siguiente aún había tiempo de hacer cosas. Empezamos con un paseo hasta la Plaza de San Pedro, convertida en sus alrededores en un verdadero parque temático religioso, lleno de gadgets y merchandising variado. Eso sí, piadosamente, las botellitas de agua valían solamente un euro. Nos sentamos en la plaza, mirando al Vaticano, y apostando sobre sí B-16 estaba o no de vacaciones. A las 12 menos cinco, se encienden unas pantallas gigantes, de Altísima definición, ovación del personal, y conexión en directo con algún lugar de los Alpes, desde donde se oficia una misa. Después del momento ZooTV de la noche anterior, esto era casi even better than the real thing.
Ya había estado dentro de la Basílica de San Pedro, admirando la Capilla Sixtina, y desde luego, no me hubiera importado entrar, pero desde la muerte del pontífice funky aquello está si cabe más intransitable que nunca, así que sin ganas de perder la mañana y quien sabe si el avión lo dejamos para otra ocasión. No me resisto en todo caso a comentar una historia que como todas las historias bonitas es probable que sea falsa. Como es sabido, Miguel Angel, tuvo serios problemas con los Papas de su época, con quienes discutía constantemente, hasta el punto de que estuvo a punto de dejar sin terminar la Capilla Sixtina. Al final, por suerte, recuperó la ilusión, y a pesar de que era ya anciano, poco antes de acabar el Juicio Final recuperó su vieja costumbre de escalar las estructuras metálicas, para poder admirar su obra de cerca.
Al dejar la plaza bebimos agua de la fuente de Canaletto, porque dice la leyenda que el que bebe allí vuelve a Roma (esto es todo una mentira, pero ¿a que da el pego?)
Como el tiempo era escaso, taxi que te crío y al Trastevere que nos vamos. Barrio tradicional, muy típico, en algunos rincones sucio y cutre, pero en ese espléndido domingo de julio, encantador. Pizza gloriosa, y largo paseo posterior para hacer un poco de tiempo, y seguir disfrutando del día. A mediodía un domingo romano de julio es demasiado, así que logramos arrastrarnos hasta una heladería, junto a la piazza Navona, y vistos los
precios, mejor take away que sentarnos allí.
Un poco mas de callejeo, y al aeropuerto, donde un nuevo retraso de una hora nos hizo recordar que viajábamos con Iberia. De camino, una última foto de recuerdo.
Nota final: Esta crónica se empezó a escribir la última semana de julio de 2004. No hace mucho tiempo, poco mas de cinco meses, pero que en a los que nos regimos por el calendario udosiano nos parecen cinco años, dado que desde entonces han tocado en España, han acabado gira en Lisboa, han empezado de nuevo, pasado por Boston y NY, como nos contaron Apoca o Pepe entre otros, y acabado gira en Portland, como nos recuerda GPIII.
Estas vacaciones me he animado a terminarla.
Como hace tanto tiempo, debo poner esto en su contexto histórico. En aquellos días el tema de moda era el de la intertextualización (¿por qué lo llaman intertextualización cuando quieren decir plagio?), así que aquí queda un recuerdo de eso. Recupero las citas más célebres (lo siento Vox, ya son patrimonio de todos), y sin rubor alguno, plagio a linoleo. La frase que abre esta crónica es suya:
[
www.u2eastlink.com]
Que los dioses del imageshack nos acompañen