Me da pena la hermana de mi amigo Joserra, ingeniera agrónoma doctorada con sobresaliente cum laude, con un CV impresionante, con experiencia en su sector en España y fuera de España y en la docencia - hasta ha dado clases de lo suyo en EEUU - y tres idiomas, que se ha tenido que ir a currar a Francia de forma cuasiprecaria porque aquí no hay demanda. Me da pena y rabia porque es profundamente injusto; por esta gente, que como esos hay muchos, que han dedicado media vida a formarse y a prepararse a fondo y a la que el sistema excluye cuando deberían estar arriba dominando el cotarro y tomando decisiones importantes para la ciudadanía (como las que tomamos en mi servicio, modestia aparte). Ya que no tengo pensado dedicarme a la política como usted, marchando una de incorrección ídem: no me da pena, o me da menos pena, el taxista que se pasa no se cuántas horas en el coche quejándose, cuando acredita unos méritos consistentes en tener un permiso de conducir y una licencia; o, true story calentita, el muevetochos con empresa propia (me juego un huevo a que gana bastante más que yo) que vino ayer a traerme un sofá, que no sabe hacer la O con un canuto pero que te hace pasar por lo que él quiera porque de él dependes, aparece cuando le sale a él de los huevos para luego decirte que el tema no cabe por la escalera (mentira puta), que te lo deja ahí y que contrates tú una grúa para que te lo suban por la fachada. Pues oye, si el día de mañana me lleva a los sitios un coche teledirigido que no tiene puesta la Cope o me aterriza plácidamente un dron en la terraza y me deja el sofá daré tres vivas por la tecnología. Que cada uno se responsabilice de su vida y obre en conciencia. Yo quiero un sistema que premie más al ingeniero y no tanto, o bastante menos, al taxista, LO SIENTO; si me deja usted tener opinión. Ese era el concepto.


Que te vaya bien a ti, tipo listo.

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