Al abandonar la sala los espectadores salen noqueados y, en vez de comentar si la película les ha gustado o si la consideran buena o mala, prefieren limitarse a decir que lo que han visto es una película muy bien hecha.

La reacción es sorprendente, sobre todo si tenemos en cuenta que, tradicionalmente los motivos que acercaban el público a las salas no era el disfrute de un alarde tecnológico, sino el reconocimiento de un buen guión, de una buena interpretación o el resultado de una buena diversión.

"Avatar" no funciona comercialmente según la lógica del cine clásico, sino con la de los blockbusters que han convertido la técnica en una gran atracción y las inversiones millonarias en un reclamo publicitario.

No obstante, "Avatar" ha decidido ir más lejos y ha convertido su exhibicionismo tecnológico en la promesa de una nueva forma de ver cine. Su reclamo publicitario no se ha limitado a alardear de los 300 millones de €uros invertidos en su producción, sino que ha querido establecer además un ambicioso horizonte de expectativas que ha hecho creer a los consumidores que en el cine habría un antes y un después de "Avatar". Después del estreno de la experiencia quedarían condenadas a la obsolescencia todas las películas bidimensionales y las imágenes 3-D se impondrían como gran alternativa de futuro...

Ni Martin Scorsese, ni Clint Eastwood, ni Quentin Tarantino, ni los hermanos Coen, ni Paul Thomas Anderson... tendrán ya sentido si no son capaces de reciclarse al 3-D. Todo el cine envejecerá 20 años ante las nuevas imágenes de "Avatar".

Realmente, hay pocos ejemplos en la historia del cine en los que el grado de ambición y fraude (hablemos claro) hayan alcanzado cotas similares.

Es por ello que, económicamente no (eso está claro), pero creativa y artísticamente, "Avatar" ha sido un gran fracaso. Básicamente porque la experiencia no cumple ninguna de sus promesas, factor que la convierte en una película escandalosamente mentirosa.

Entre las promesas tejidas en torno a "Avatar", la más escandalosa es la de su proyección en 3-D. Frente a unas imágenes estereoscópicas que durante la pasada temporada han sido incapaces de superar la franja del infantilismo, ha llegado la hora de convencer a los adultos para que acepten la prótesis de las gafitas polarizadas.

Yo la he visto en una proyección en 2-D, normal, pero aún así, uno se da cuenta de que "Avatar" no plantea ninguna reflexión estética ni formal sobre cómo el uso de una nueva tecnología puede cambiar los diferentes niveles de la expresión cinematográfica.

¿Qué es un plano en "Avatar"?, ¿qué es un travelling en 3-D?

Lo único que interesa a James Cameron es cómo expandir la espectacularidad fílmica mediante nuevos efectismos. Si la gran aportación del 3-D consiste en que crea una nueva forma de ver la profundidad de campo, la verdad es que la transformación del espacio en una serie de capas superpuestas sabe a muy poca cosa.

Además, para enfatizar su ilusión, Cámeron (y esto se aprecia perfectamente sin haber visto la peli en una sala equipada con tecnología 3-D) enfatiza machaconamente los movimientos longitudinales en la imagen, según un eje virtual perpendicular a la pantalla para reforzar de modo sensacionalista el efecto 3-D.

En definitiva, nada nuevo que no hiciera hace ya más de medio siglo el maestro Orson Welles, pero lo que es más importante y llamativo aún, nada nuevo que no hiciera hace ya más de 4 siglos (¡4 siglos!) el genial Tintoretto en pintura.

Id al Museo del Prado, poneos mirándo de frente en el extremo izquierdo su maravilloso y enorme cuadro de "El Lavatorio" y sin dejar de mirar el cuadro id caminando hacia la derecha. Veréis cómo las baldosas del suelo donde Jesucristo está lavando los pies a sus discípulos poco antes de ser crucificado cambian mágicamente de perspectiva y cómo la profundidad de campo en el cuadro se va agrandando en un efecto óptico sin parangón en la Historia del Arte, es en definitiva, ¡el primer travelling de la historia... y unos siglos antes de que el cine se inventara! ¿No es impresionante?

Y ahora nos viene el "maestro" (puesto entre comillas lo de "maestro") James Cameron tratando de hacernos ver que ha descubierto la pólvora.

Pero lo más lamentable es que la fascinación tecnológica que en el público menos avispado ejerce la atracción de la película provoca que no exista un verdadero debate crítico en torno a su relato o en torno a sus métodos narrativos. Y es que es precisamente aquí, en el análisis de todos estos aspectos donde la promesa de novedad acaba derrumbándose definitivamente.

Cameron construye una historia terriblemente vieja, la cuenta jugando con unas bazas sentimentales anacrónicas y con una estética feísta (¡no me digáis que los bichos, los avatares, no son feos de narices!) en la que los delirios zen mal digeridos alternan con el ecologismo new age más simplón.

Si todos estos elementos deben definir el futuro del cine, la verdad es que la experiencia resulta patética.

Si analizamos la historia que nos cuenta la película vemos que ésta actúa como un auténtico mega-mix de varias películas para niños juntas. Películas que nos hablan de las raíces míticas del continente americano, como un espacio en el que existía un paraíso ancestral que fue agredido por el hombre civilizado, generando con su gesto el pecado original...

...Y una vez destruido el Paraíso no puede regenerarse. Adán y Eva son expulsados y la nueva América debe sentar sus bases asumiendo el peso de la culpa...

"Avatar" nos habla de todo eso, de la mala conciencia blanca. Incluso podríamos llegar a verla como una metáfora sobre la mala conciencia generada por la invasión en Irak, pero su mecanismo es tan convencional que es incapaz de asumir el pecado.

La chica protagonista tiene que dejar caer su lagrimita mientras suenan los violines y el caos desaparece frente a la armonía. En el fondo, la película es incapaz de superar un estadio de un infantilismo en el que todo es muy simple.

El malo está diseñado con unos trazos tan gruesos que no funciona ni como caricatura y la pareja protagonista tiene tan poca psicología que acaba siendo la quintaesencia de una pareja absolutamente pueril.

Y en esas estamos, cine infantil vestido de adulto para un público adulto con mente infantil. Esto sí que sí es..., como la vida misma.

Saludos.

:-)

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The boys are back again!!!!