Este es el primer mega-post que escribo de alguien de quien no soy fanático. Este grupo me interesa más como fenómeno sociológico que por razones musicales, aunque reconozco sin complejos que me gustan algunas de sus canciones. Por motivos que no vienen al caso, tengo la discografía completa de Mecano en casa, y estos últimos días la he estado escuchando, pasando por todo el abanico de sensaciones: risas, admiración, recuerdos, nostalgia, sonrojo,... y también emoción en algunos momentos.

Antes que nada, hay que agradecer y reconocer una cosa a Mecano, y es que los españolitos escucharan pop en castellano sin complejos. Hoy en día es normal escuchar a Amaral y La Oreja de Van Gogh y no pasa nada por tener un disco suyo y comentarlo, pero a finales de los 70 e inicios de los 80 cualquier música pop que no estuviera en inglés era totalmente menospreciada, sólo se admitía como “normal” a los cantantes tipo Julio Iglesias o José Luis Perales. Con Mecano se rompió ese tabú y contribuyeron a su manera con la normalización del país, que estaba aún en plena transición.

Visto desde ahora, es evidente que el fenómeno Mecano tuvo motivos claramente extramusicales, que yo denominaría como “ambigüedad”. En primer lugar ambigüedad en su relación personal, la presencia de una chica (Ana Torroja) entre dos hermanos (Nacho y José María Cano) sin saberse si era novia de uno, de otro o de ninguno provocaba un cierto morbo que ellos nunca se molestaron en desmentir ni confirmar, y no digamos cuando la canción “Mujer contra mujer” disparó los rumores de lesbianismo de Ana, que lógicamente tampoco se molestó en desmentir. En segundo lugar una ambigüedad evidente en el tema de las drogas, patente en el hecho de participar en un concierto contra la droga o escribir canciones como “Barco a Venus” y luego salir chutados al escenario. Y por último, ambigüedad en las letras, a pesar de cantar una mujer ellos no se molestaban en feminizar los textos, así que sigue siendo chocante escuchar frases como “y no sé si seré sensato” o “perdido en mi habitación” en boca de una mujer.

Los amores y odios desatados que despierta este grupo demuestra que fue algo esencial en lo historia de la música española, y esto es algo que nadie puede negar. Que veinte años después un musical con sus canciones sea un éxito de público o que Ana Torroja llene pabellones cantando las canciones de Mecano demuestra que forman parte de la memoria colectiva, pese a quien pese.

La historia empieza en Madrid a principios de los 80. Después de vueltas y más vueltas con las maquetas, es finalmente la compañía CBS la que se decide a lanzar el invento. Copiando descaradamente la estética de “nuevos románticos” que arrasaba en el Reino Unido, sacan el single “Hoy no me puedo levantar”, que se convierte en un éxito inmediato. Aquí tenemos la pinta que se gastaban en aquellos tiempos. ¿Risas? Pues esto era lo mas “fashion” de la época.







Mecano (1982)
Para entender las desorbitadas ventas de este disco (casi medio millón de copias en nuestro humilde país y en aquellos años) hay que situarse en el contexto. Para muchos adolescentes como yo entonces, fue todo un hallazgo poder escuchar unas canciones con frases tan entendibles y cercanas como “hoy no me puedo levantar, el fin de semana me dejó fatal”, “Coca-cola para todos y algo de comer, mucha niña mona pero ninguna sola” o “no se hacer la traducción, me sale que Escipión es novio de Espartaco” en unos tiempos en que el Latín era asignatura obligatoria en segundo de BUP. Pero eso no era suficiente, claro, la cuestión es que esas letras venían en unas melodías más pegajosas que un esparadapro viejo. Podéis hacer la prueba, basta con pedir a cualquiera que tenga ahora de 35 a 45 años que os cante “Hoy no me puedo levantar”, “Perdido en mi habitación”, “Me colé en una fiesta” o Maquillaje”, los cuatro singles que se fueron reemplazando en el número 1 de las listas. Seguro que no os falla, NOS LAS SABEMOS TODAS. Del resto del disco, la instrumental “Boda en Londres” se convirtió en un tema casi inevitable en las fiestas escolares, y José María ya puso su primer granito de arena en cuanto a letras peculiares con “Sólo soy una persona”. Me consta que muchos tienen como debilidad también “Cenando en París”, y atención al ritmo de bajo de “254.13.26”, un teléfono al parecer real y que tuvo que eliminarse ante el bombardeo de llamadas por parte de las fans. Un disco mítico.





¿Dónde está el país de las hadas? (1983)
Un ejemplo flagrante de éxito mal digerido. Este disco no hay por dónde cogerlo, empezando por la horrenda portada y el no menos horrendo título y siguiendo por el contenido musical, una auténtica avalancha de canciones malas. Recomiendo encarecidamente escuchar “La bola de cristal”, “Focas” o “El ladrón de discos” para echarse unas risas ante semejante desvarío. Sólo la instrumental que da título al disco y “Barco a Venus” por su importancia en los conciertos se salvarían de la quema total... bueno, y “La fiesta nacional”, un divertido pasodoble sobre los toros.





Ya viene el sol (1984)
La cosa mejora bastante, pero la elección de los singles es uno de los más grandes errores de la historia discográfica de este país. El inicial “Japón” aún se entiende, por buscar una nueva imagen más tecno-industrial como se llevaba por entonces (Depeche Mode a la cabeza), pero los pestiños “Busco algo barato”, “No pintamos nada” y, sobre todo, “Hawaii-Bombay”, arruinaron por completo la vida del álbum. A la última pertenece el verso “a la luz del flexo nos damos un bexo (sic), hazme el amor junto al ventilador”, digna de figurar por méritos propios en la antología del disparate nacional.
Y digo esto porque el disco contenía canciones como “Ya viene el sol”, “La estación” y, por encima de todas, “Aire”, que hubieran podido conectar con un público más extenso y algo más exigente. Quisieron insistir en la imagen de grupo de adolescentes sin pensar que ya habíamos crecido y que la fórmula estaba agotada. Inenarrables también las canciones “Mosquito”, en la que Ana hace sus pinitos como (ejem) letrista, y “Me Río de Janeiro”, malas de cojones.





En concierto (1985)
Para liquidar el contrato con CBS, un directo chapucero. En unos tiempos en que los dobles en directo estaban de moda, sacan un disco sencillo con canciones mal ordenadas e incluso algunas fragmentadas. Eso sí, quedaba claro una cosa que jodía enormemente a los críticos: técnicamente, el directo de Mecano era de primera categoría. Siempre llevaban buenos músicos de acompañamiento (un batería y un guitarra/bajista) en lugar de usar pregrabados, y los hermanos Cano eran unos virtuosos tanto a la guitarra como a los teclados. En las críticas de la época los ponían a parir en todos los sentidos excepto en ése, y se notaba a la legua que a los críticos (y a mucha gente) les fastiaba enormemente que aquellos dos pijos pudieran tocar así de bien.
Aunque ya era tarde, hicieron justicia con “Aire” sacándola como single de este disco.





Entre el cielo y el suelo (1986)
Seguramente a alguna mente pensante de la compañía Ariola se le ocurrió que las baladas de José María podían ser un filón si era capaz de repetir cosas como “Aire”, así que decidió fichar a un grupo que parecía absolutamente acabado... y acertó. Con sólo cuatro de las doce canciones José María se lleva todo el protagonismo del disco. Aunque no puede evitar otra letra estúpida con “No es serio este cementerio”, el hombre se saca de la manga tres baladas que devolverán al grupo a las ventas astronómicas de antaño, medio millón de copias en España y otro tanto en el “resto del mundo” (léase Sudamérica). Este disco provocó en su día serias contradicciones en gente como yo. Siendo ya un hombre hecho y derecho estaba obligado a decir que “Mecano era una puta mierda” pero cuando mi hermana me preguntaba si no consideraba “Hijo de la luna” una canción preciosa me quedaba sin argumentos consistentes. Tanto ésta como “Cruz de navajas” son canciones redondas tanto en letra como en música, y negarlo no tiene demasiado sentido. “Me cuesta tanto olvidarte” era la guinda del pastel de José María, apenas tres minutos de canción melancólica con ese verso “la cara vista es un anuncio de Signal, la cara oculta es la resulta de mi idea genial de echarte” que le dejaban a uno con cara de póker. Las canciones de Nacho de este disco son mínimamente presentables y han pasado al olvido más absoluto (exceptuando quizás “Ay que pesado”), entre ellas se añaden “Te busqué” y “Las curvas de esa chica” a su larga lista de desastres.





Lo último de Mecano (1986)
Estirándose los pelos a base de bien por haberlos dejado escapar, la CBS saca un disco de restos para intentar sacar tajada del nuevo éxito del grupo. Son cuatro caras B y cuatro directos no incluidos en el disco “En Concierto”. Entre las caras B, las míticas “Super-ratón” y “Napoleón” del maxi-single “Maquillaje”, queridísimas por los niños de la época y que hoy en día siguen funcionando divinamente en sus fiestas.
Según las malas lenguas, el título del disco respondía a la intención de que a los compradores despistados que fueran a la tienda a pedir “el último de Mecano” les vendieran éste y no “Entre el cielo y el suelo”... Inenarrable.





Descanso dominical (1988)
Este disco vendió más de un millón de copias en España. Dicho así no parece gran cosa, pero eso significa que uno de cada 40 españoles se lo compró. SI quitamos niños y ancianos, consideramos que en cada hogar español viven normalmente varias personas y que mucha gente se lo grabó a los amiguetes en las legendarias cintas de cassette, se llega a la conclusión de que prácticamente todo el mundo llegó a tener el disco. Y si no, seguro que escucharon alguno de los seis singles (¡seis!) que fueron apareciendo a lo largo del año en que el disco se mantuvo entre los cinco más vendidos. La gira de presentación también se alargó como un chicle con llenos en todas partes. ¿Y qué explicación hay para semejante fenómeno de masas? En mi opinión es sencillo, este es el único disco de Mecano en que hay un equilibrio total entre las canciones de Nacho y José María. Por primera vez hay tantas de uno como de otro, y ambos dan lo mejor de sí mismos. Nacho sigue con sus temas “costumbristas”, como “El cine”, “La fuerza del destino” (difícil para un hombre no sentirse identificado con ella) o “Un año más”, y José María, además de seguir con sus baladas perfectas (“Mujer contra mujer”, “Dalí”), es capaz también de pisar el terreno de su hermano con la cañera “Héroes de la Antártida”, una canción que deja asombrados a muchos anti-Mecano cuando la oyen. Sólo desentona en el conjunto la chorras “No hay marcha en Nueva York” al estilo “Hawaii-Bombay” (“No hay marcha en Nueva York ni aunque lo jure Henry Ford, no hay marcha en Nueva York y los jamones son de York”, arrfff) y que encima sacaron como primer single se supone que para enganchar a los que todavía querían oír al Mecano infantiloide del inicio.
Animado por un amigo, fui a su concierto veraniego en Barcelona, nosotros dos y una chica que gustaba a ambos (no hace falta decirlo, al final se quedó con otro) y tengo un recuerdo muy grato de todo aquello. Con una Ana Torroja especialmente inspirada (impagables sus “¡uy!, se me ha roto la media” cuando nadie se había percatado y “sois... sois... maravillosos... y porque no me dejan decir tacos, que si no” :-D) y una comunión público-artista que realmente he visto pocas veces. Difícil olvidar el estruendo cuando en la segunda canción atacaron con la legendaria “Hoy no me puedo levantar” o los mecheros y coros en “Hijo de la luna”. Además tuvieron el detalle de no tocar “Hawaii-Bombay” y repescar aquellas inolvidables canciones del primer disco.





Ai Dalai (1991)
Tomando buena nota de lo que pasó después de su primer disco, deciden tomarse su tiempo y hacen un disco muy heterogéneo para no decepcionar a nadie y seguir acumulando y manteniendo seguidores. Aunque no faltan las canciones típicas de Nacho como “El 7 de septiembre” o “El fallo positivo” ni las baladas de José María como “Naturaleza muerta” o “Sentía”, también se descuelgan con una salsa (“Bailando salsa”) o una de flamenco (“Una rosa es una rosa”). No faltan tampoco referencias a la intensa religiosidad de Nacho de la época (“Dalai Lama” y “J.C.”) ni otra de sus brutales instrumentales (“1917”).
Tanta variedad consigue el efecto deseado y el disco funciona divinamente, tanto a nivel de ventas como a nivel de entradas en la posterior gira que se alarga hasta 1993. Deciden darse un descanso que, al paso que vamos, será definitivo.





Ana/Jose/Nacho (1998)
Típico recopilatorio después de mucho años de espera infructuosa aunque con el generoso regalo de siete canciones nuevas, la mayoría bastante prescindibles y al parecer restos del disco anterior. Destacable el pesimismo de José María con “Otro muerto” y “Esto no es una canción”.
La nueva gira que todo el mundo espera ansiosamente no se produce, años más tarde se dice que es debido a una extraña enfermedad mental del hijo de José María (síndrome de Asperger), que le obliga a estar junto a él, aunque la verdad es que no parecía en su momento que ninguno de los tres tuviera muchas ganas de salir a la carretera.


Terminado el sueño, Ana saca algunos discos en solitario que no he tenido el gusto de escuchar además de pasar por el quirófano con resultados harto discutibles y dar conciertos con las canciones de Mecano principalmente. Nacho también edita algún disco rápidamente olvidado y ahora vive del musical que se ofrece en Madrid, no hace falta decir que con las canciones de Mecano. José María hasta compone una ópera (!) entre otros discos y ahora se dedica a la pintura y otros menesteres.



Todo lo relatado se puede encontrar fácilmente por internet, en Youtube están todos los vídeos y decenas de actuaciones televisivas, y sus discos son todos fácilmente descargables. No obstante, no quisiera terminar sin dejar el enlace con un par de vídeos históricos:

"Hijo de la Luna" en Barcelona’88
Decidme, decidme, ¿no es precioso?




"Por la cara"-"1917" en Barcelona’91
O el por qué Nacho Cano era adorado y odiado a partes iguales. IM-PRE-SIO-NAN-TE.






Editado 1 vez/veces. Última edición el 22/02/2008 18:12 por pau.