Jornada espectacular la de ayer, me lo pasé pipa, no sin experimentar ciertas dosis de angustia y sufrimiento, con el placer insano que ello conlleva. Tres de los cuatro protagonistas eran los mismos, en la cancha y en la grada, pero había mucho más ambiente en Madrid que en el O2 de Londres hace 2 años, un recinto espectacular pero más frío por sus grandes dimensiones y el politeness británico que lo impregna todo. En Londres no me dejaron pasar monedas (y no las recuperé, hijos de puta), en Madrid no me dejaron pasar el bocadillo (y no lo recuperé, hijos de puta). Pues eso, fue todo más español: calorcito, palmas y anarquía organizativa. La grada estaba copada de turcos asilvestrados con uniforme de cebra a rallas negras y amarillas, lo que les hacía más visibles aún en los grupúsculos aislados. Pronto me di cuenta de que mi localidad no era tan sector madridista como se suponía. Los blancos allí dispersos nos mirábamos de reojo con inquietud, cuanto más se acercaba la hora más rodeados estábamos de turcazos con tatuajes. Los griegos de enfrente, con camisetas rojas con toritos para la ocasión, a lo suyo, locatis, mad in Madrid. En el entretiempo antes de la segunda semifinal sucedió lo que ya se iba percibiendo, la quinta columna otomana inició un avance masivo desde posiciones superiores a las primeras filas de abajo. Este movimiento pilló de sorpresa a los que, como yo, habíamos salido fuera en busca del WC y del WIFI; a la vuelta comprendimos que ya no había posibilidad de volver a ocupar nuestros asientos, pues esta gente se había acuartelado allí y era obvio que no se iban a dispersar ni a tiros. Algún madridista indignado fue a poner este hecho en conocimiento de la autoridad competente, pero ni los desbordados operarios de peto naranja ni la policía se atrevieron a intervenir, con buen criterio. Los damnificados formamos espontáneamente un comité de crisis y decidimos infiltrarnos en la esquina de los Berserkers. Allí nos acogieron bien, y a pesar de que mi puesto de origen era mejor por estar más cerca de la cancha, la decisión fue acertada, pues este era un batallón amigo. Una vez saltaron los de Laso al parqué ya se hizo sentir la hinchada blanca, que a la postre fue la que de forma más constante animó y se hizo escuchar, pues tanto turcos como rusos como griegos responden a impulsos, es curioso.

En lo deportivo, la semifinal entre rusos y griegos fue muy competida y bonita de ver. La maquinaria rusa parecía que impondría una inercia ganadora, por efectivos y pura lógica competitiva, pero echabas un vistazo al marcador y los rojos no cogían distancia. La dirección titular de ambos equipos no estaba a la altura, tanto Teodosic como Spanoulis sufrían para hacer funcionar a su equipo y erraban todos sus tiros. Sus suplentes tomaron el mando y con acierto. Especialmente Aaron Jackson, con él al mando el CSKA mejoró una barbaridad, qué fiabilidad la suya. Vasilis en cambio penó por la cancha durante tres cuartos sin tomar una sola buena decisión, sin ideas y con peor tino. Printzesis dio un paso al frente y se peleó con las torres rusas (sin noticias de Kirilenko), dentro y fuera de la zona, el pilar griego fue él y no el barbacas. Y así al tran tran fue pasando el partido hasta que en el último cuarto los moscovitas se fueron de 9 a falta de dos minutos. Pero los griegos nunca claudican. De la nada resucitó Spanoulis para gritar ¡rusos, esta noche cenáis en el infierno!. Y así fue, él y sus cojones ganaron el partido. Hecho, es simple…como si fuera la primera vez. Y así fue como el CSKA y Teodosic se consagran como el equipo loser del continente. Pobre niño rico.

En cuanto al Madrid-Fener, el partido duró un cuarto. En el segundo (¡y esto es noticia! nuestro cuarto maldito), el Lasystem 4.0 tomó el mando y arrolló al rival con todo su arsenal: defensa agresiva, ritmo de juego alto, contraataques y un acierto brutal desde la línea exterior. Dominio en todos los frentes, una sacada de ciruelo en toda regla. La que le cayó a los de Obradovic fue fina. Lideró Gustavo Ayón, imparable en ataque, ni Veselis ni Zoric le tosieron, el mexicano destrozaba el aro rival una y otra vez. Nocioni sacó su mala hostia argentina a pasear y pronto desquició al MVP Bjelica, cuya presencia nunca fue una amenaza. El tercer maravillas fue KC Rivers, un tipo a quien la grada ha maltratado y que se ha ganado el respeto con actuaciones como la de ayer, 5/6 en triples en una de sus rachas y una defensa de manual, un 6º hombre de lujo. Las nuevas incorporaciones de este año, decisivas: otro acierto de Pablo Laso. El Chacho, por su parte, campó imperial por la cancha bailando como una mariposa, picando como una abeja y clavando en el pecho turco tres triples-daga mortales de necesidad. Al descanso, 20 arriba y 55 puntos anotados…qué se escucharía en el vestuario turco. El tercer cuarto fue un quiero y no puedo para el Fener, voluntarioso. Remontaron 3 puntos. El cuarto final sobró, los de Estambul se dedicaron a repartir y los árbitros no supieron parar tanto nivel de agresividad a tiempo. Aquí fue Sergio Llull (9 asistencias) el que emergió para anotar cuando el enemigo intentó levantarse. Pisada de cuello y rival acabado.


El domingo la revancha nos la sirven en casa.

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Editado 2 vez/veces. Última edición el 16/05/2015 15:21 por lipgloss.