Cita
Caín
Les han dedicado dos páginas con un artículo y dos críticas, una a favor y otra en contra. Lo he visto en la edición impresa, en la digital no logro localizarlo.

Como buen sabueso husmeador que soy he seguido la pista. Te puedes descargar la edición impresa de hoy entera en pdf. Ahí está ese reportaje a doble página, y esta doble crítica, buena idea porque contrasta entre orcos y talibonos (recuerdo un caso igual con el estreno de Eyes wide shut, que en el Dirigido no acababan de decidirse si era obra maestra o pifia monumental y acabaron poniendo dos críticas)

El pdf aquí, págs 40 y 41 [www.publico.es]


A favor

El mejor disco de U2 desde ‘Zooropa

(Jesús Centeno --->> creo que en realidad es Pepe)

Bono va para 50 años y U2 lleva 30 en el pódium del rock, en la liga del consumo masivo. Otros que se tomaron demasiado en serio se han desintegrado, vagan en la mediocridad o regresan en irrisorias giras de reunión. U2 siempre han estado en la brecha. Vale que en su nuevo disco haya canciones infladas, y que
los sintetizadores, ritmos árabes y sub-bajos puedan resultar excesivos e irritantes. Puedes creer incluso que los medios tiempos han sustituido a la furia de antaño, y que la producción del dúo Eno-Lanois solo sirve para cubrir la flacidez de algunos cortes. No es así. “El infinito es un gran lugar en el que comenzar”, canta Bono en las primeras frases del álbum. Tras tres o cuatro escuchas, No line on the horizon te va dando pequeñas sorpresas, desde el hipnotismo que derrochan Magnificient y Breathe hasta el mesianismo clásico que acompaña a las soflamas épicas de Bono. En I’ll go crazy if I don’t crazy tonight, canta: “Hay una parte de mí en el caos que es tranquila / Y hay una parte de ti que quiere disturbios”. Es decir, la infalible marca de la casa.
Podría parecer que la producción ahoga al álbum, pero es justo al contrario: es un discos escrito a partir de sonidos clásicos (basta escuchar el riff de Stand up Comedy), pero envuelto en la atmosférica órbita de Eno y Lanois. Es áspero y urgente, a medio camino entre la vanguardia sonora y la banda de garaje que un día fueron.
Instintivos y apasionados No line on the horizon también es un álbum bailable, y lo suficientemente filosófico en las letras. El paisaje sonoro destaca en los paisajes intimistas, como en las estremecedoras White as snow y Cedars of Lebanon, que acompañan al extraordinario viaje de un alma aparentemente condenada. Este es el disco instintivo y apasionado de un principiante, pero también un trabajo maduro, enriquecido con capas de guitarras y sintetizadores. Sin llegar a las cotas de Achtung Baby, este es su mejor disco desde Zooropa, al menos en cuanto a la exploración de texturas y el encaje de las melodías. U2 son un dinosaurio, pero su entrega es intachable.

Espíritu empresarial y barritas All Bran
jesús roca mora

El peor enemigo de un disco de U2 son los propios U2. Héroes del rock de estadio (War, 1983), perfeccionistas de himnos mesiánicos (The Joshua Tree, 1987) y guitarras bailables (Achtung Baby, 1991), también han mostrado algunos de los malos hábitos de hacerse mayor: empacho de recursos y mala digestión de nuevas tendencias (Pop, 1997), pose solemne (All that you can’t leave behind, 2000) y revitalización impostada (How to dismantle an atomic bomb, 2004). Su condición de religión, de marca, de logo, de empresa, de ONG, limita sus movimientos y empuja al oyente a giras de tamaño Big Mac, donde se imponen el karaoke y la apelación al sentimentalismo, como en un mitin político o un partido de fútbol. Su configuración como la banda más políticamente correcta del planeta, juega en la misma liga mundial que el buenrollismo de Bon Jovi. Atrapados en una supercadena de montaje, ante ellos parecemos los empleados de una multinacional especializada en pop de lujo. U2 no pueden cagarla. Tienen oficio y reciben el beneplácito de seguidores e industria. Pueden llamar a Brian Eno (¿el quinto U2?) y ensayar cómo debería sonar un álbum de U2 en 2009. Así de calculado se muestra No line on the horizon, con su sonido impoluto y bien desinfectado, con sus continuos deja vù, a la etapa americana (Magnificent, White as snow), a excesos más recientes (No line on the horizon, Get on your boots), y con sus pequeñas dosis de experimentación (Fez-Being born, Cedars of Lebanon). Es nutritivo pero tan poco sabroso como una barrita de All Bran. Puede que No line on the horizon sea su disco más “optimizado” desde Zooropa (1993), pero ser un superviviente no debería darles bula y nadie, ni el grupo, puede borrar los últimos años de un viaje con piloto automático. Aquí también hay tendones que responden mecánicamente con teatralidad, tics espirituales y toneladas de carne autoparódica. Acabarás escuchándolo y tarareándolo, es inevitable.


Añado esto otro, que es gracioso. Buena cobertura en Público, la verdad

Un nuevo disco de U2 es como la final de un mundial: asunto de interés general. Da igual que el grupo lleve más de una década en coma creativo, que sus giras pequen de repetitivas, que la crítica musical les denoste o que se hayan hecho mayores. Cuando los irlandeses regresan, movilizan a millones de personas. Es el poder de la música: políticos del PSOE, oyentes de la Cope, ingenieros de telecomunicaciones, fontaneros, adolescentes antisistema y consejeros delegados, todos juntos
mechero en mano –ahora con el móvil– proclamando aquello de que “todavía no he encontrado lo que estaba buscando”. Una frase que les une a todos. Parece fácil, pero se le ocurrió a Bono, The Edge, Larry Mullen y Adam Clayton.

(luego sigue, salvo lo del coma creativo, lo demás me gusta)



Editado 1 vez/veces. Última edición el 01/03/2009 18:11 por tacitus99.