Mientras que las pantallas de TV de todo el mundo, las estanterías de las librerías de todo el mundo (con sus novedades editoriales), las salas de cine de todo el mundo, las listas de ventas de discos de todo el mundo...(así podría ser hasta el infinito)...están repletas de productos hueros y por ventura pasajeros como diría el poeta andaluz, el mundo se viene abajo.
Somos hijos de una tierra rica económicamente hablando (me estoy refiriendo al 1º mundo) pero muy pobre e ignorante cultural y espiritualmente..., hijos de una tierra en la que todo está por hacer. Sabemos que la tierra que pisamos no es una finca heredada de nuestros abuelos (buena nada más que para ser defendida a la hora de la invasión extranjera).
Sabemos que la patria (o el mundo en general, que es a lo que me quiero referir) es algo que se hace constantemente y que se conserva sólo por la cultura y el trabajo. El pueblo que la descuida o la abandona (¡hay tantas formas de hacerlo...!, la indiferencia es una de ellas), la pierde.
No es mundo el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra. No basta vivir sobre él, sino para él. Allí donde no hay huella del esfuerzo humano, no hay mundo, ni patria, ni región, sino una tierra estéril que tanto puede ser nuestra como de los buitres o de las águilas que sobre ella se ciernen.
Vivimos en un mundo casi analfabeto (no hay más que ver los primeros puestos que copan las listas de discos, libros y películas más vendidas, los ñndices de audiencias de las cadenas de TV “ los tan cacareados y preocupantes para los ejecutivos de TV, SHARES...o peor, no hay más que ver los políticos que nos gobiernan a lo largo y ancho del planea tierra). Respiramos en un planeta donde, por lo general, la ciencia, la filosofía y el arte se desdeñan por superfluos y eso en el mejor de los casos (otras veces se persiguen por corruptores de la moral).
Caminamos en un planeta sin ansias de renovarnos y sin respeto a la tradición de los mayores. En este planeta, tan querido y desdichado, que frunce el hosco ceño o vuelve la espalda menospreciando a los frutos de la cultura...es muy difícil respirar.
Las gentes de este planeta tienen el alma obscenamente impermeable...Sólo prima lo que poseas materialmente (si eres "famosillo" mejor que mejor) y con quién te hayas acostado una noche (y cuántas veces lo has hecho). Es realmente patético. Hay un ambiente de cobardía y de mentira que asfixia. Es verdaderamente alarmante este tácito acuerdo que hemos establecido para respetar todo lo vacío y ficticio (cultura, arte, industria, entretenimiento y relaciones humanas incluidas) y despreciar todo lo vital, hondo y verdadero.
Parece como si pensáramos todos, con gran convicción que hay una cosa sagrada que hay que idolatrar: LA MENTIRA. Nuestra actitud de hoy se basa en no querer entender nada, en no querer sentir nada. Nuestra conciencia, nuestra mezquindad, nuestra indiferencia son realmente repugnantes.
Mientras todo esto ocurre, los elementos reaccionarios aprovechan la atonía y la imbecilidad reinante para cometer atrocidades como la que se ha cometido en el colegio ruso.
Si ya no se respeta ni la vida de un niño, ¿qué cojones nos queda?
Nos vamos a la mierda, todos, a la puta mierda.