Lendoiro, el agravio comparativo: FIFA actuó de inmediato y le inhabilitó durante 18 meses


T. G. M.

MADRID. DÍ­a 2 de octubre de 1996. El Deportivo recibe al Rayo Vallecano en la sexta jornada del Campeonato de Liga. Un espectador -algunos dicen que un niño- lanza un pequeño objeto, quizá una moneda, que impacta en la cabeza del colegiado Llonch Andreu (Sabadell, 2-4-64). El árbitro catalán cae al suelo.

Cuatro dí­as después, el Comité de Competición sancionaba al conjunto coruñés con un partido de clausura de su estadio, Riazor, castigo que era confirmado por el Comité de Apelación y ratificado por el Comité Español de Disciplina Deportiva.

Lendoiro: «No éramos culpables»

El presidente del Deportivo decidió entonces acudir a la Justicia ordinaria. Augusto César Lendoiro pensaba y piensa que, en un caso como el de esa moneda, no se puede castigar a un club. Consideraba una injusticia que lo pagara su entidad y por eso recurrió a la última posibilidad jurí­dica: «Fue un incidente aislado. Si nosotros, como entidad, cumplimos con las normas de seguridad en nuestro estadio, no se nos puede responsabilizar. No pueden culparnos porque un espectador tire una cosa al campo. Ni el club ni la ciudad éramos culpables de un hecho privado. Es a esos espectadores a los que hay que detener y sancionar, no a las entidades que hacen lo posible para que haya seguridad».

En mal momento se le ocurrió a Lendoiro elegir la ví­a judicial. La Federación Española denunció al club gallego ante la FIFA por buscar la salida extradeportiva y el máximo organismo del fútbol mundial actuó al instante. Amenazó a Lendoiro con inhabilitarle y con denegarle la concesión de los pases internacionales necesarios para realizar fichajes extranjeros.

El presidente del Deportivo tardó en retirar su demanda judicial y la FIFA inhabilitó al dirigente durante año y medio, además de multarle con diez millones de pesetas (hoy, 60.000 euros).

Finalmente, Lendoiro anuló su recurso jurí­dico, pero la osadí­a la pagó cara. El Deportivo, eso sí­, eludió cumplir el cierre de Riazor ante la visita del Barcelona (29 de diciembre de 1996), partido que jugó en su estadio, para cubrir el castigo con la visita del Atlético de Madrid, el 9 de febrero de 1997. El encuentro se disputó en el Multiusos de San Lázaro, la sede del Compostela. Hubo empate a dos goles.

Esta diferencia de actuación respecto al caso del Barcelona es lo que extraña en el mundo del fútbol. La Federación continúa asegurando que denunció al club azulgrana ante la FIFA.