Magistral.
Bastante más dialogada (claro que con la elegancia y el humor irónico de la escritura tarantinesca) y menos espectacular y vertiginosa que la primera parte (que, además, tenía el adicional de la sorpresa), este volumen dos de "Kill Bill" encuentra, a manera de compensación, la satisfacción que en mi provoco encontrarme con el esperado desenlace que resulta convincente incluso hasta en su espectacular secuencia de créditos finales.
Esta segunda entrega continúa y completa la obra original (no es recomendable ir al cine sin haber visto la primera parte) para transformarse -en conjunto- en una épica sobre la venganza de una gran heroñna de más de cuatro horas de duración, un banquete para los seguidores de ese cinéfilo iconoclasta que es Tarantino, de ese reciclador de géneros menores, de películas perdidas, de canciones olvidadas y de actores cañdos en desgracia para exaltarlos y devolverlos -aunque más no sea por un tiempo- a los primeros planos de la consideración joven. Un generador de modas y tendencias.
El film arranca con un prólogo en blanco y negro ambientado en El Paso que da una nueva versión del intento de asesinato de La Novia (Uma Thurman) por parte del enigmático Bill del título (el ex "Kung Fu" David Carradine) y sus secuaces.
Lejos de las referencias a las historias de mafias japonesas que abundaron en la primera, ahora Tarantino se interna en típicos paisajes norteamericanos para homenajear a los spaghetti westerns y a las bandas sonoras de la epoca, aunque el mayor énfasis sigue estando puesto en rescatar los códigos, la estética y las escenas de acción de la producción asiática de los años 70, con las películas de los Shaw Brothers como modelo principal.
Tras asesinar a cuatro de sus contrincantes en el Volumen 1, La Novia prosigue su derrotero vengativo y sus siguientes objetivos son Budd, el vulgar guardia de seguridad que vive en un patético pueblo del desierto californiano, y la tuerta Elle Driver, con la que protagoniza un sangriento enfrentamiento dentro de una casa rodante, hasta llegar al clímax, que está construido con el esperado reencuentro y el duelo final con Bill.
Más allá de que Tarantino se regodea demasiado con sus escenas de diálogo, hay en el Volumen 2 unos cuantos pasajes de acción dignos de su proverbial imaginación: desde una escena de escapismo en una tumba hasta un largo flashback en el que La Novia emprende un riguroso entrenamiento a cargo del maestro de artes marciales.
Con "Kill Bill" se cierra un nuevo ciclo en la carrera de esa estrella pop que es Tarantino: una nueva excusa para que dé rienda suelta a su placer de filmar, una invitación para que el espectador ingrese en una celebración tan exuberante como entretenida.
Magistral.
Sal
U2, Nelson.