Con este breve texto pretendo aclarar las diferencias existentes entre la mujer y la anchoa. Muchos estudiosos desde el siglo XIX han intentando documentar las múltiples diferencias que hay entre la hembra de la raza humana y el tímido y gracil pescadito que es la anchoa.
Como varones que somos la única diferencia que apreciábamos hasta hace bien poco entre la anchoa y la mujer es que una tiene boca y la otra no. La anchoa, hasta hace bien poco, nacía para nosotros en una lata, veñamos sus lomitos pero no su boca. En el siglo XIX, un científico noruego llamado Ar-Enkñ« descubrió en la alemana conferencia anual de Brandemburgo que la anchoa tenía boca. El revuelo causado por este desafortunado hallazgo hizo que se le acusara de hereje y terminó sus días en un maltrecho hospital con delirios salinos. Ar-Enkñ« era un revolucionario que con su ejemplo abrió la puerta de otros muchos que creñan que las anchoas tenían boca como las mujeres.
Ah-ñœmado, discípulo de las arriesgadas teorías de Ar-Enkñ« continúo con sus estudios sobre las anchoas y en la vigésimo cuarta conferencia de Brandemburgo (tres años más tarde del escarnio público de Ar-ñ‹nke) presentó su tesis. El título ya le cerró las puertas de los más ortodoxos, titulada "¿Si las anchoas no tienen boca por dónde se la chupan a las anchoas macho?" fue un auténtico escándalo pero la mecha ya estaba prendida.
EEUU comenzó a interesarse por el tema y fue en 1954 cuando varios ciéntificos de la Asociación y Conservación de la Anchoa descubrieron al mundo entero que la anchoa tenía boca. Pero no sólo esto sino que la anchoa no se metía sola en la lata sino que había alguien que las metía, ya decapitadas por lo tanto sin boca, en aquellas latas.
La Iglesia perdonó púbicamente a Ar-Enkñ«, Ah-ñœmado volvió de su retiro a la vida pública para defender lo que siempre había creñdo.
En los años sucesivos hubo un marasmo de descubrimientos en el mundo de la anchoa. ¿Si ya sabíamos que tenían boca que las diferenciaba entonces de las mujeres?.
Las anchoas sabían saladas sí, pero las mujeres también. Las anchoas tenían pelitos que más tarde se descubrió que eran espinas pero las mujeres tenían pelos por todos lados. ¿Que las diferenciaba?. La revista TIME hizo eco del hallazgo. Un periodista obsesionado por aquella diferencia que nadie parecía apreciar estudió la tesis de Ah-ñœmado "¿Si las anchoas no tienen boca por dónde se la chupan a las anchoas macho?" y descubrió la diferencia entre las mujeres y las anchoas: Las mujeres no sabían chuparla.
Grupos fanáticos de feministas quisieron tirar grandes dosis de tinta a los mares para acabar con sus competidoras felatrices pero el mal ya estaba hecho. Miles de hombres malfollados se lanzaron a las calles a reclamar la mamada que era suya. Se empezaron a enlatar anchoas sin decapitar, con cabeza y todo, con lo que la diferencia entre la mujer y la anchoa era inapreciable. Cientos de hombres tuvieron sexo con anchoas durante la década de los sesenta y esto produjo gran cantidad de divorcios pero lo más importante: Después de muchísimas generaciones de anchoas violadas su sabor cambió bruscamente y se tornó más salado. Las mujeres, destronadas de su título de sabor ahumado, protagonizaron las revueltas más violentas de los años 70, su sabor también cambió con el agriamiento de sus carácteres tomando cierto regusto a bacalao.
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