Socializar los pufos, privatizar los beneficios. El oficio de gestor estrella, que se disputan miles de militantes ociosos en las sedes de los partidos políticos, está bastante sobrevalorado. Decenas de quiebras cada año en todo el mundo recuerdan las catastróficas consecuencias de pensar que existen atajos administrativos hacia el éxito empresarial. Lógicamente, cuando finalmente se anuncian los temibles concursos de acreedores, nadie se acuerda de los iluminados que originaron el caos con sus decisiones políticas, administrativas o financieras.
Abengoa tiene nombre de tribu india y su posible quiebra anuncia el ¿final? de las energías limpias. El nuevo mantra de los gestores que aspiran a un carguillo tras el 20-D es la “digitalización” de la economía. Si además la empresa lo rotula en inglés, el éxito de la financiación está garantizado. Cuantos más acreedores se apunten al negocio de los panes y de los peces, mucho mejor.