Hace un tiempo Herbert Vianna se estrelló con el parapente que piloteaba. Su mujer, Lucy, falleció en el acto. El, gravemente herido, permaneció mucho tiempo en coma; su estado era tal que el cálculo más optimista de los médicos le otorgaba un 10 por ciento de posibilidades de sobrevivir.
El líder de Paralamas quedó en una silla de ruedas y con algunos huecos en su memoria, pero, para sorpresa de todos, volvió muy pronto a hacer música.
Incluso los médicos, que no encontraron demasiadas explicaciones científicas para su recuperación, se animaron a decir que lo salvó la sensibilidad. Y ha de ser bastante cierto. Lo primero que hicieron sus compañeros de grupo fue sentarse a tocar con él, que recordaba algunas canciones de los Beatles.
Un día volvieron a un estudio de grabación para registrar las canciones que Vianna había compuesto antes del accidente. El resultado fue el álbum "Longo Caminho", que empieza con el tema "O´Calibre", una visión que da escalofríos cuando se piensa en lo que sucedió.
Paralamas ya cumplió veinte años. Son muchas las canciones que arman esta extraña comunión del espíritu y la melancolía carioca: un cóctel exótico y explosivo que el tiempo enriqueció y que hoy tiene un significado especial, sobre todo después de ese momento que nadie se anima a llamar milagro y que se explica por el amor a la música. Esa forma de la belleza que tantas veces mejora nuestra vida y que en Herbert Vianna cobra un sentido real.
"Yo vivo sin saber/ hasta cuándo todavía estoy vivo/ sin saber el calibre del peligro/ y no sé/ de dónde viene el tiro."
Letra de "O Calibre"
Salu2, Nelson.
Goodbye...