NUEVA VISITA A BARCELONA DE UNA FORMACIÓN CLAVE
Depeche Mode se reafirma como clásico moderno en el Sant Jordi
• El concierto incluyó cinco canciones de su nuevo disco y primó los éxitos de los 90 sobre los 80
• El grupo revivió sus éxitos del pop electrónico en un montaje audiovisual con tensión rockera
Dave Gahan, cantante de Depeche Mode, durante la actuación de anoche de la banda británica en el Palau Sant Jordi de Barcelona.
JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA
Depeche Mode, un grupo que en sus inicios vendió estribillos pop sintetizados dentro de la efímera ola new romantic, es hoy un clásico moderno que simboliza el triunfo de la electrónica como lenguaje de masas. Una electrónica con alma y músculo; transformada en fuerza motriz poderosa y fundida con tejidos rockeros. El grupo de Essex la manipuló anoche con autoridad en el Palau Sant Jordi, en la primera de sus dos noches consecutivas en Barcelona. La formación actuó en un recinto lleno, con las entradas agotadas. Para el concierto de hoy quedan unas pocas localidades a la venta.
Un escenario con generoso componente visual, enmarcado en una enorme pantalla de vídeo, y una pasarela que se introducía en la pista fueron los efectivos que el grupo utilizó para imponerse. La estrella de la noche fue Dave Gahan, estrella del rock a la vieja usanza introducida en la era electrónica. Su entrada en escena tuvo un aire místico: la pieza atmosférica In chains, una de las piezas del nuevo disco, Sounds of the universe, abrió el concierto con escaso despliegue de luces, mientras la pantalla mostraba rostros de diversas razas en un genuino estilo Benetton.
GENERACIÓN ‘VIOLATOR’ / El público integró varias franjas generacionales, aunque con peso de la treintena. Es la quinta amamantada no por sus primeros álbumes, sino por Violator (1990) y su contundente sucesor, Songs of faith and devotion (1993). En esos discos se sustentó buena parte del concierto y no hubo menciones a los éxitos primerizos, ni siquiera a la popular Just can’t get enough. La inclusión de Depeche Mode en un hipotético revival de los 80 está desenfocada: fue a partir de 1990 cuando Depeche Mode pescó el grueso de su público actual. La porción mayor de repertorio ochentero correspondió anoche a su disco más oscuro, Black celebration, con tres canciones.
El trío, ampliado con un teclista y un batería, concentró en la primera parte del concierto las canciones de nueva factura, caso de Wrong y Hole to feed. Al término de esta pieza, Dave Gahan soltó un escueto «¡Buenas noches, Barcelona!» en inglés sin mayores consecuencias que una unánime réplica del Sant Jordi. Tomó el relevo la melodramática Walking in my shoes, acompañada por la inquietante imagen de un cuervo negro. Momento de crescendo en las gradas y un nítido efecto fideuà en la pista, con un mar de brazos alzados casi como en un concierto de Rammstein.
Con A question of time, el Sant Jordi comenzó a caminar hacia un punto de ebullición. Vistoso despliegue de las torres de luces, bajando desde el techo y balanceándose sobre un escenario, por cierto, un poco discutible: focos industriales y formas geométricas que recordaban los platós de gala televisiva. El material de culto siguió presente con otra pieza fetiche, Fly in the windscreen, y la era madura del grupo resurgió con Precious, única cita a su penúltimo disco, Playing the angel, que precedió a World in my eyes. En este punto, Gahan se introdujo en la pasarela y fue obsequiado con un glorioso cartel, portado por un admirador, en el que figuraba la leyenda «temazo».
INTENSO SILENCIO / Martin Gore tuvo su doble momento ego con las piezas más sensibles de la noche, Jezebel y Home. Tras la rockera Miles away / The truth is, los puntos calientes de los 90 fueron imponiéndose: Policy of truth, It’s no good y el paroxismo de I feel you, rumbo a un clímax dilatado con Enjoy the silence y Never let me down again, la enseña de Music for the masses. El fan de la pancarta «temazo» ya no daba abasto. En los bises, minutos de respiro con la intimista One caress y el receso tenebroso de Stripped, y los espasmos finales de Behind the wheel y un ritual Personal Jesus. Estos son los himnos de un grupo convertido en uno de los clásicos aportados por la, a veces, minorizada década de los 80. Esta noche, más.
el periodico
por mi parte, añado que me lo pasé bomba :D
taste is the enemy of art