Es más sencillo: entrada por detrás sin tocar el balón o tocando primero al contrario es amarilla. Eso era así en mis tiempos, pero claro, los tiempos avanzan que es un barbaridad

Ya puestos, oh Pantrocrator, la primera amarilla a Jordi Alba ¿qué te parece? es que solo la vi en el campo en directo y ahí no lo vi muy claro. Ah y ya que estás en /mode Dios que todo lo ve on, comenta también lo de Piqué esperando en banda para entrar hasta el punto de que tengas que enviarla fuera mientras el árbitro ostensiblemente miraba para otro lado (a lo mejor también se lo merece por ser tan tonto)

Para que veas que no te guardo rencor, te regalo un Jabois 5 pepes

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Impulsos naturales
MANUEL JABOIS

Los niños recibieron una curiosa filtración: la dirección del piso en el que vivía el entrenador de aquel Sevilla lleno de electricidad de Cholo Simeone y Davor Suker, Luis Aragonés. Se dirigieron a un edificio cerca del barrio de Nervión sin saber muy bien qué hacer, si pedirle fotos con algunas de las estrellas o que les fuese confiado algún secreto de vestuario. Seguro que Luis Aragonés estaba de buen humor, así que les sacaría pronto de dudas. Los niños timbraron y después de unos segundos escucharon su voz rasposa al otro lado de la puerta.

- ¿Sí?

- ¿Está Luis Aragonés?

- ¡No! ¡No estoy!

Los chavales se marcharon por donde vinieron, víctimas de una de las famosas ausencias -ésta bastante anunciada- de Luis Aragonés. Su Eurocopa fue el título de nuestras vidas, mucho más que el Mundial. Ni siquiera la final de Viena pudo superar aquellos cuartos de final contra Italia, que fueron los cuartos de final de Casillas y Cesc, y seguirán siendo los cuartos de final de Luis; aquel gol dejó atrás la osamenta semienterrada de la juventud, la calavera que nos recordaba en medio del desierto las sábanas mojadas por terrores nocturnos. Desde ese gol no se volvió a perder; no al menos de la manera de entonces, víctimas de desgracias esotéricas y exorcizaciones masivas.

Estos días que tanto se recuerdan los logros de Aragonés prefiero inclinarme por la leyenda en que había convertido su vida fuera del campo, la construcción de un hombre en tormento que tanto se sacaba a pasear en los mentideros. La atracción por el juego, que parecía una extensión más del fútbol en la medida en que, alejado del césped, Aragonés sólo quería ganar. Una sobremesa en Casa Salvador, en el mismo reservado en el que el dueño Pepe Blázquez vio los primeros muslos de su vida, que fueron los de Ava Gardner, Iñaki Ruiz-Quintano contó una de las pocas y clamorosas derrotas de Luis. Tras preguntar Quintano al Gitano Rubio por qué le cobraba tan caro en su chiringo de Cádiz, el hombre contestó: «Yo gané a los chinos a Luis Aragonés».

Luis estuvo presente ayer en la Liga, pero en ningún lado como en el Vicente Calderón, estadio sensible y entregado, que le puso encima un homenaje: el liderato.

Con esa merma salió el Madrid a San Mamés, casi despresurizado. Marcar de inicio en la portería en la que no hay público, sólo una lona roja que parece que se va a abrir para que aparezca Goicoechea rugiendo como el león de la MGM, no ayudó a equilibrar el karma. El bello San Mamés está pendiente de los acabados; el rey de la selva tiene la cola pintada. Eso no lo nota el equipo, que ha ido convirtiendo la arquitectura en victorias hasta la llegada del Atlético. Cuando no se pensaba en otra cosa que en la victoria del Madrid, lanzó un zarpazo imposible que voló por el aire como un obús y dejó la cara marcada de los blancos. Con ella se fue Cristiano a la ducha en las vísperas del partido de Copa contra el Atlético, recuperados los rasgos antiguos al cambio de look social que lleva haciendo en los últimos tiempos. No fue culpa del árbitro, que suele robar por defecto como una especie de impulso natural; fue del 7, por prestarse. Le cupo al Madrid no el pelo de una gamba, como negaba el Sabio, sino la pata de un centollo.



Editado 1 vez/veces. Última edición el 03/02/2014 17:21 por tacitus99.