Siempre después de un concierto, tras conseguir que quien soy, a pesar de todo, se sienta orgulloso de serlo por el simple hecho de sentir esas canciones como lo hago, les doy las gracias. La última vez en Turín, con Bono contoneándose de forma similar a la primera vez que lo vi, en Madrid, en el año 93. Más mayor y gordete, con menos pelo, pero con un halo mágico que hace que una sonrisa aparezca pausadamente en mi cara cuando se acerca a la zona donde estoy. Similar a la que esbozo cuando, en uno de estos días oscuros que vivo, me encuentro a un viejo y querido amigo que me ofrece buenos recuerdos, comprensión y esperanza.
Y suenan canciones de mi otra vida que raspan mi alma dejándola tan pura y vulnerable, que las lágrimas son las únicas que pueden suavizar su aspereza. Y suenan canciones de la nueva vida, de las que salieron justo en el tránsito de una a otra, y recuerdo como fueron imprescindibles para poder soportarlo. Y pienso como, desde entonces, escuchando unas y otras junto a él, he vivido los momentos más preciosos de mi vida. Como han conseguido que teniéndolo en mis brazos y mirándolo fijamente, mi vista se perdiera, pero a la vez, volviese a encontrar mi corazón mientras se fundía con el suyo. Y a pesar del poco tiempo que hemos tenido, esas canciones han conseguido envolverlos y protegerlos para que nadie los pueda separar jamás.
Simplemente quería compartir mi sentimiento de gratitud hacia U2 con vosotros, a los que os leo desde hace muchos años, y con los que siento una especie de deuda por no hacerlo yo muy a menudo.
Os dejo un multicam que he hecho del Return of the Stingray de Turín. Espero que os guste.