Gran post, Pau. Coincidimos en bastantes puntos del análisis, por lo que no voy a seguir la plantilla. Para mí la clave que falla en esta última etapa de U2 es la parte conceptual. Así, si el disco me parece un "quiero y no puedo" (la sonoridad por encima de las canciones), la gira viene a ser un "puedo y no me atrevo" que se conforma con ser una especie de remake del Elevation Tour.
Pero si en 2001 estaba bien planteada la línea del "back to basics" para defender un álbum que giraba alrededor de la madurez o la familia, y los conciertos se acompañaban de una escenografía sobria y abstracta, en esta ocasión el grupo ha optado por un engranaje todavía más tradicionalista. La primera parte del set está montada sobre el recuerdo de los inicios de la banda, con un arranque rockero que repite los esquemas de desnudez de 2001 y 2005, mientras que las nuevas canciones se ofrecen con el gancho de proyecciones que hacen referencia a la adolescencia-juventud de Bono. Y seguro que el efecto conseguido es espectacular, pero no me parece muy vanguardista (ni estimulante, la verdad) el ver un dibujo animado de Paul Hewson escribiendo una canción a su amada Ali o seguir su paseo virtual por Cedarwood Road.
Y la segunda mitad de los conciertos ya apela directamente al más rancio conservadurismo. Considero que U2 tienen un montón de grandes temas en su catálogo como para tener que seguir celebrando la repetición de las mismas "vacas sagradas" noche tras noche, año tras año. Una verdadera lástima si tenemos en cuenta que Bono está bien de voz y la banda suena enérgica y engrasada. Quizás por todo ello me gusta U2, pero menos que ayer y probablemente más que mañana.
