Una serie de increibles casualidades no buscadas me han llevado esta tarde hasta las entrañas del Camp Nou. He podido escuchar "Walk on" desde el parking y he conseguido meterme dentro cuando el grupo estaba interpretando "Drowning man". Eran las ocho de la tarde, pero la pantalla ya funcionaba a pleno rendimiento y con una definición impresionante. La sensación es parecida a la de estar viendo un U23D en directo. En mitad de la canción, Bono ha introducido un largo snippet de "40" bastante emocionante. En ese momento, un chico de seguridad me ha dicho -con mucha amabilidad- que no podía estar allí (en las escaleras de un acceso de la 1ª gradería), pero que me podía colocar en una zona cercana detrás de una reja y con buena visibilidad sobre la zona trasera del escenario.
Consciente por primera vez de lo que me estaba pasando, he cogido el móvil para hacer alguna foto. Pero como todo no podía ser perfecto, la escasa batería no me ha permitido hacer servir la aplicación aunque sí llamar a una amiga para hacerla partícipe de la increible experiencia. Al acabar la canción, el grupo ha desaparecido de la colosal instalación y yo he aprovechado para indagar un poco más. He subido a la zona de la segunda gradería y he buscado la boca 335 que me corresponde para el primer concierto y comprobar su estupenda visibilidad.
Sin atravesar la puerta de acceso a gradas para intentar no ser visto por ningun vigilante, he decidido esperar un rato para ver si los ensayos continuaban. A las nueve ha empezado un incesante movimiento de técnicos que me ha hecho pensar en una segunda tanda inmediata. Finalmente, a las diez menos cinco y después de una mínima prueba de sonido con Dallas, Sam, etc., el grupo ha aparecido en la pasarela trasera bajo los sonidos de una melodía instrumental de estilo tradicional irlandés que me ha recordado el papel del "Harry's theme" de Enya en el vídeo de "Under a blood red sky". Los cuatro se han dirigido hacia el escenario, han simulado el saludo al público y han arrancado con una enérgica versión de "Beautiful day", abortada poco después por Bono. No era todavía noche cerrada, pero la luz natural era muy escasa a esa hora.
Después de un comentario sobre los focos (que por cierto, en series de tres cuelgan espectacularmente de cada una de las patas de "The claw"), los chicos se han vuelto a retirar del escenario y me he temido lo peor. Afortunadamente solo se trataba de una repetición completa del proceso para cuadrar su paseillo inicial con la música. A partir de aquí, han sido cincuenta minutos con un sonido apabullante y de gran nitidez que supera con creces lo que yo haya oído nunca en un estadio.
"Elevation" ha sonado cruda y rabiosa. "No line on the horizon" se ha destapado aún más que en el disco como prima hermana de "The fly", y "Moment of surrender" ha arrancado algo dubitativa para acabar de forma apoteósica a partir de la entrada de The Edge con los teclados. A todo esto, el escenario no ha girado en todo ese rato (a diferencia de dos de los puentes que unen el escenario a la pasarela exterior) y la pantalla tampoco ha cambiado de forma, aunque sí sube y baja un poco en función del momento. Y como última anécdota señalar el papel jugado por un extraño micro que cuelga de la estructura central y que me ha recordado a los modelos utilizados en los combates de boxeo clásicos. Está rodeado de una especie de anilla metálica que permite a Bono una total flexibilidad.
A las once y diez he visto que el equipo cubría la batería mientras solo Edge seguía concentrado en los acordes de "Get on your boots" y "Magnificent". Sus notas me han acompañado hacia la puerta de salida del estadio, flotando todavía en una nube.
