En marzo de 2008, el grupo firmó un contrato que los ata con la gigantesca compañía de producción y promoción de espectáculos. La duración del contrato es de 12 años y por un valor cerca a los 154 millones de euros, según el periódico irlandés The Irish Independent.

En apariencia, las oportunidades para que U2 ofrezca un concierto benéfico (o un precio módico) son bastante limitadas, ya que las relaciones entre el grupo y Live Nation no son las mejores actualmente.

La firma del contrato obligó a que Live Nation pagara a U2 parcialmente en acciones y comprometió a pagarle $25 millones por un total de 1.6 millones de acciones en posesión del grupo.

Todo marchaba sin alteraciones. U2 se mantenía apoyando el valor de sus acciones, pero en diciembre decidieron venderlas. Debido a la crisis económica, el valor del mercado fue apenas de $6.1 millones al momento del negocio, lo que forzó a Live Nation a hacerse cargo de los casi $19 millones faltantes. Ahora deben pagar ese dinero a U2.

Esa es la razón por la que a Live Nation le urgía que saliera a la venta el nuevo disco y que iniciaran las giras, la venta de “merchandising” y el mayor tráfico en la página web del grupo. Y es la razón por la que no les conviene realizar conciertos que no generen ganancias.