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A Spiderman le pasa algo. Como si Broadway le provocara un ataque de vértigo, que no es poco para alguien que ha hecho de las alturas su forma de ganarse la vida.

Dicen que, tras tanta preparación, aún le cuesta coger el vuelo. Será que acostumbrado al aire libre y al bullicio de la ciudad, no le resulta fácil adaptarse a convivir encerrado entre cuatro paredes, por muy arácnido que sea. Hay quien lo ve tan postizo como aquel Tarzán en Nueva York.

Pero, a pesar de las terribles reseñas periodísticas de la primera aparición, la del debut del pasado domingo, cuando en cinco ocasiones tuvieron que parar el mayor espectáculo jamás producido en la meca del teatro, pues eso, pese a los artículos que hablaban de maldición, fallos y rechifla, el público se vuelca en la segunda noche, que es la del miércoles. Gran expectación y sólo son las previas. El estreno oficial se ha fijado para el 11 de enero del 2011, después de que se programara inicialmente para el 16 del mismo mes, aunque del 2010.

El presupuesto que tenía entonces, de 31,3 millones de dólares, se ha disparado a 65. Bastante más que el ahora destronado Shrek.Que el hombre araña salga de la oscuridad supone gastar un millón de dólares a la semana.

En esta ocasión, la bruja avería contra la que de momento se enfrenta Spiderman - Green Goblin y los otros malignos son todavía secundarios-sólo origina un parón - al justiciero no había manera de sacarle los arneses-y unos pocos desajustes más. Se ha mejorado. "El despliegue tecnológico es impresionante, nunca había visto nada igual", sentenciará Chris - acompañado por su esposa y sus tres hijos-al acabar la velada y al que el guión le parece lo "más dudoso y lo más complejo de arreglar". Porque, sostiene, "volar, vuela, pero la trama no está clara". Que uno de sus hijos no haya parado de hacerle preguntas sobre el relato es su prueba.

Contra las críticas y las dudas sobre la viabilidad, la réplica que los promotores dan horas antes de la segunda jornada sólo incluye una cifra: desde el domingo, han vendido entradas por valor de más de un millón de dólares. Una mujer mayor luce en la cabeza un pañuelo con el superhéroe en posición de despegue. "Me da igual lo que expliquen los diarios, me hace ilusión este espectáculo. Me emociona el que por fin sea una realidad", comenta la señora Megan en medio de la cola de acceso al Foxwoods Theatre, en plena calle 42.

A primera vista, mientras a ritmo cansino se avanza hacia el interior de la sala, la audiencia parece bastante más joven que la habitual en los musicales. Spiderman, o el álter ego de Peter Parker, es uno de los personajes más populares de la factoría Marvel. Tampoco se ha de olvidar que el creador de la música son Bono, de U2, y The Edge. Y que dirige Julie Taymor, galardonada por su adaptación teatral de El rey león,y también muy valorada por su trabajo en el cine.

"Sólo cuatro minutos de retraso", ironiza desde el escenario, antes de subir el telón, Randall White, uno de los productores. El primer día fueron 25. En medio de los vítores de la concurrencia, White asegura que cada noche han de leer un documento en el que se indica que nadie debe tocar a los que vuelan por la sala.

Arranca el asunto, con lleno en las 1.900 butacas. Ha pasado un buen rato, entre bailes de hip hop y guitarreo - el trabajo de Bono no convence a todos-y todavía no se ha justificado la lectura del documento. Pero hay motivos. Cierto que, de buenas a primeras, Spiderman se atasca. Luego, sin embargo, las piruetas aéreas por la sala consiguen que la mayoría perdone al superhéroe.

"Es un espectáculo desequilibrado", comenta una pareja. "La primera parte resulta muy activa y la segunda es más pasiva", concluye él. Aún clavado en su asiento, Chris mira a sus hijos. "No sé si esto triunfará. Es como meter al Cirque du Soleil en un musical". Si el arácnido logra superar el vértigo...