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15 October 2010 a las 18:06
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Este mes en el kiosko hay un reportaje sobre U2 y la importancia de "The unforgettable Fire" que me he tomado la molestia de pasar para que todos podáis leerlo. El autor del artículo es Alex Cerrato, y es un buen ejercicio para comprender este álbum en toda su dimensión. Aquí os lo dejo.

Escuchado hoy día, “War” es el disco que peor ha envejecido de su carrera: esa batería que suena como si tocasen una marcha militar golpeando un bidón de gasolina, esa angustia tan trasnochada inflando en demasía canciones que resultan mejor en directo, aligeradas de peso (escúchese ese “Sunday Bloody Sunday” de “Under a Blood Red Sky” o el de la película “Rattle & Hum” respecto al de estudio), esa decisión, para ampliar su paleta sonora, de introducir unos más que discutibles arreglos en la grabación (el insidioso violín eléctrico, metales y los coros de las Coconuts del cachondo de Kid Creole)… en fin, nada que ver con la frescura con la que U2 y Lillywhite habían irrumpido con “Boy” años atrás.

Pero siempre es fácil mirar atrás y ver las cosas claras. En su momento, “War” es el disco que difuminó las fronteras entre ser un grupo de culto y comerse el mercado. El siguiente paso en la carrera del conjunto se prevé complicado, “War” ha puesto el último remache a una concepción sonora que no puede ir más lejos… ¿o si?. Eligieron arriesgarse antes de perpetuar un sonido, una marca de fábrica, que aunque también les hubiera aportado el éxito, les hubiera estancado tras finalizar la década en curso, tal como ocurriese con muchos de sus compañeros de promoción como Simple Minds, Psychedelic Furs o Echo & The Bunnymen.

Un nombre suena insistentemente en las reuniones del grupo a la hora de plantearse el próximo paso, Roxy Music, como demarcación sonora del pop artístico europeo en oposición al rock norteamericano. Contactan con uno de sus productores, Rhett Davies. Tras una reunión que no llega a ningún lado, deciden echarse un órdago: ¿por qué no acudir directamente a la madre del cordero del Rock vanguardista británico, o sea, Brian Eno?

A todos los del grupo les encanta la trilogía berlinesa de David Bowie, e incluso el siempre más inquieto Edge es seguidor de los discos de Eno en solitario (“Before & After Science” es su favorito). El manager de U2, Paul McGuiness, habla con Eno, pero éste rechaza la proposición aunque acepta charlar, vía telefónica, con Bono. Ante la popular cabezonería irlandesa, el poco predispuesto Eno, quien está decidido a pausar su faceta como productor y lanzarse de lleno como artista audiovisual, acaba cediendo lo justo para concertar una cita en Dublín.

Allí acude con el ingeniero de sonido, Daniel Lanois, pretendiendo pasarle el trabajo a este último. Aparte de quitarse de encima a Bono o aplacarlo, Eno se encuentra en tratos con Chris Blackwell para que le edite un disco experimental y no puede tratar mal al grupo estrella de Island. Y total, tampoco Blackwell desea que las posibilidades comerciales de un grupo de U2 queden sepultadas por una producción “artística” del ex Roxy Music. Para Eno la cosa pinta fácil: acude a la cita, le cede el testigo a Lanois, a quien ve mucho más adecuado para grabar a un grupo de Rock como U2 y adiós muy buenas.

Pero una vez allí, ante la predisposición por parte del grupo de ponerse en sus manos, decide, para no ser menos que el grupo irlandés, aceptar el desafío y afrontar la tarea de producción. Una de las cosas que habían quedado claras en su conversación telefónica es que Eno está harto de la rutina del estudio y que el grupo, por su parte, también desea evitar la frialdad de esa metodología de trabajo.

Es otra vez el mecenas McGuiness quien les consigue el lugar idóneo: el Slane Castle de Dublín, que U2 ya conocían (habían taloneado allí a Thin Lizzy NOTA de NOTRE-DAME: esto sucedió el 16 de agosto de 1981); se trata de un castillo gótico de 1785 cuya sala de baile, pensada para que se interpretase música en directo, poseía una acústica extraordinaria.

Así que allí se encierran el grupo, Lanois, Eno y un equipo de grabación portátil, de marzo a agosto de 1984. La circunstancia de tener dos productores se tradujo en que el grupo se dividió en dos frentes, situación que en su caso no se reveló como negativa, aunque tampoco estuvo exenta de fricciones: por un lado, los dos miembros más dinámicos del conjunto, Bono y Edge, se aliaron con el ideólogo, el pintor de sonidos, Brian Eno, mientras que los más terrenales, como corresponde a una base rítmica, Larry Mullen Jr. Y Adam Clayton, fueron seducidos por el músico (con mayúsculas) Daniel Lanois.

Por supuesto, se dieron interferencias entre ambos lados, Lanois obsequió a Edge con las secuencias de arpegios para “Bad”, cuyo sonido resulta tan idiosincrático del conjunto. Por otra parte, esa cadencia que Lanois obtiene en sus producciones (que tan bien ha sabido recoger Joe Henry, acentuando la parte tradicional), ancestral a la par que enrarecida, atemporal, debe no poca inspiración a su compadre Eno. Y como ejemplo de lo bien que trabaja esta pareja junta, ahí que da apertura de “Where the Streets Have no Name” donde las atmósferas de Eno y la fluida guitarra que Lanois compusa para Edge son indivisibles.

Así que, mientras Eno incita a Edge a experimentar con su guitarra (véanse también las caras B que graba en la época “Unforgettable”-“The Joshua Tree”) y a Bono a expresarse más por el tono de su interpretación que por sus palabras (de hecho, intenta oscurecer la voz de Bono para que sea ininteligible, a la par que le conmina a que sus letras sugieran y no expliquen), Lanois, por su parte, trabaja las partes rítmicas con el dúo restante, quienes más incómodos se sienten ante el cambio.

Su trabajo es sostener el esqueleto de la composición, Edge bien puede perderse extrayendo sonidos de esa unidad de eco que le ha descubierto otro tipo de círculo de Eno, Michael Brook, para ellos necesitan aferrarse a algo sólido para edificar sus cimientos. Y a ambos se les pide no sólo que progresen, sino que lo hagan de una forma alejada de lo que venían haciendo anteriormente.

Si bien su miedo parte de la misma causa, difiere en un punto, Larry, el miembro más sólido técnicamente, ve su posición amenazada ante el nuevo enfoque. Mientras que Adam, justamente lo contrario, quien a duras penas conseguía sacar adelante su labor en los anteriores discos, se ve totalmente desbordado por la situación.

Su confianza se viene abajo ante unas exigencias que, en su caso particular, pesan aún más que sobre los demás. El estudio es un territorio hostil, un campo de batalla, y Eno, el despótico sargento que les espolea hacia el combate, cuestionando sus decisiones musicales. No le interesa lo preciso, sino las emociones, las texturas, lo intangible. Por suerte, Adam se entenderá perfectamente con Lanois, que también ayudará a Larry decidido a escapar de esas partes tan castrenses de batería que hasta ahora le caracterizaban.

Descubre a Jaki Liebezeit de Can, cuyo estilo marcial, como buen teutón, pero elástico, le resulta muy atractivo y adecuado. Por esta época, Edge llegaría a colaborar con otro miembro del grupo germano, Holger Czukay, en un disco de su amigo Jah Wobble.

Eno les entrega la caja de Pandora de la vanguardia Rock europea, la clásica contemporánea, las influencias de otras disciplinas artísticas y los herméticos puentes que unen estos mundos, mediante la Velvet Underground. Tienen ante sí una paleta de colores cuya gama se antoja infinita. U2 puede huir, como es su deseo, de las canciones de tres acordes. Se amplía asimismo la posibilidad temática. La ira del Punk se manifiesta pobre a la hora de extender el espectro expresivo, tanto se trate de enfocar con mayor sutileza hacia lo cercano o virar hacia temas más lejanos y por ende, de mayor complejidad.

Las nuevas cartas de navegación que les entrega Eno esconden la posibilidad de que, ante un caudal tan turbulento, en el cual la intuición es la única brújula, el grupo se quede agarrotado, paralizado de miedo sin saber qué ruta tomar, o que no lleven a buen puerto la navegación por las engañosas aguas que transitan. Por suerte, U2 cuentan con una inaudita habilidad para insertar referencias vanguardistas, catalizadas por Eno, en canciones fácilmente audibles, como si tuvieran la intención de subvertir las listas de éxitos.

En un futuro coparán los primeros puestos de las listas con canciones que contienen veladas referencias a la creme del pop art. En la guitarra de Edge en “Where the Streets Have no Name” se presenta la influencia de una de las canciones favoritas de Eno: “What Goes On” de la Velvet Underground. Ya en sus tiempos en Roxy, a Eno le maravillaba esa guitarra rítmica final que fluía aparentemente sin llegar a ningún lado. Y la cadencia métrica de esa canción de la Velvet sobrevuela sobre “The Fly”. “Zoo Station” es una perfecta simbiosis entre Neu! (“Hallogallo”), Suicide (“Frankie Teardrop”) y el propio Eno (“Sky Saw”). E incluso algo tan exitoso como “With or Without You” esconde una atmósfera gemela a la de “Overload” de Talking Heads (del “Fear of Music” producido por Eno.

Pero esto es limitarse a recoger el fruto de lo que fue un amargo proceso de grabación. La música de U2 hasta entonces tiene más razón de ser como consecuencia de sus deficiencias técnicas, que decisión propia. No están alejados de la tradición Rock por motu propio, sino por la imposibilidad de recrear ese sonido. No son ese grupo de músicos expertos que conociendo las normas del juego, deciden aventurarse más allá, sino que su sonido es una combinación de lo único que está a su alcance.

Por una parte huyen de la frialdad de los procesos de estudio de su época, pero tampoco pueden optar por una producción vintage debido a su parca técnica, así que liándose la manta a la cabeza, tiran por el camino más difícil: un grupo de Rock que no sabe tocar Rock se pone en las manos de un productor inexperto en grupos de sus características para grabar discos como jamás se han hecho antes. NOTA DE NOTRE-DAME: esta definición de lo que significó “The Unforgettable Fire” para U2 es la más acertada que he leído, de ahí la importancia que tiene este álbum en su carrera.

Este ir a la contra no es del todo ajeno a un grupo que durante los frívolos ochenta se paseó con el ceño fruncido y disfrutó en los noventa de los oropeles del éxito a la par que el resto del mundo se rendía al existencialismo de manos del grunge. “The Unforgettable Fire fue un maravilloso álbum desenfocado, borroso como un cuadro impresionista, todo lo contrario que un periódico o un anuncio publicitario”.Bono

Si dejamos a un lado el esteticismo ensoñador del impresionismo francés y nos fijamos en los trazos duros y los fuertes contrastes de color del periodo fauvista de Van Gogh, la descripción de Bono nos lleva directamente a este álbum de bordes borrosos y sonidos difuminados. El largo trato de recoger la tormenta de sensaciones que el grupo tenía tras salir de contemplar una exposición en Chicago, que dio título al Lp, en la que se presentaban obras creadas por los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, retratando el terror del bombardeo atómico.

Una de las salas anexas, dedicada a Martin Luther King, de quien Bono había leído recientemente una biografía que le había marcado sería otra de las fuentes de inspiración de su futura obra, que bascula entre los reflejos del mayor horror concebible por el ser humano (Hiroshima, Nagasaki) y la dignidad para sobrellevarlo (Luther King). No les sirve el aullido impotente que parece no llegar a ninguna parte de “War” para expresar estas nuevas emociones. “War” era un Pollock, un manchón de rabia y desesperación. Ahora se trata de infundir esperanza en la ceguera del dolor, de avivar rescoldos que mantengan la posibilidad de una llama de pasión.

Los intentos de dar mayor colorido a su música del disco anterior, se revelaron infructuosos. Despersonalizaban su sonido en lugar de hacerles progresar en el propio. Quieren que su música se expanda, no que se oprima sobre si misma. Los discos ambientales de Eno son una tierra fértil donde sembrar su Rock vehemente y dotarle de mayor flexibilidad. Otra de las referencias que baraja el grupo es el “New Gold Dream” de Simple Minds, pero quieren algo más volátil, menos corpóreo. El nuevo sonido de U2 engendra un espacio vasto, evocativo y etéreo donde perderse, en contraste con esa impresión de pared rígida que daba el tratamiento de Lillywhite.

De los numerosos discos de transición de la carrera de U2 (“October”, “Rattle & Hum”, “Pop”) “Unforgettable Fire” es el que se sitúa en el meridiano, tanto por el lugar que ocupa entre su discografía a nivel de importancia, como geográficamente: es un disco a medias entre Europa y (con sus vistas puestas en ) los estados Unidos, disparidad ya indicada en el contraste entre la portada del álbum, obra de Anton Corbijn y el título del disco, mezcolanza que también se derrama por los temas de sus canciones: las dos composiciones inspiradas en Martin Luther King, se compensan con “Bad” que retrata el amargo fruto del hacinamiento humano en Dublín (en el que Bono incidiría “Running to Stand Still”), cuyo significado es imposible de trasladar completamente a la extensa Norteamérica; “Promenade” está inspirada en un ídem (paseo) adyacente a Martello Tower, donde reside Bono con su esposa.

Como a otros grupos de las islas, Estados Unidos les produce una sensación de ambivalencia, por una parte es la tierra prometida para el Rock y por otro lado, desde su retórica de izquierdas (recordemos que U2 es uno de los retoños bastardos del Punk), se posicionan críticamente contra su gobierno (en manos de Reagan, por situarnos). Aún no llegan al punto de criticar su política intervencionista como en las letras de “The Joshua Tree”, de hecho, aparte del ambiguo título del álbum y de reivindicar a Martin Lutero, a lo máximo que se atreven es a dar título con el día de la independencia estadounidense al inquietante instrumental central del álbum (aunque Edge dice que el motivo es que se trata de la fecha en que nació su primogénita). Como veis, algo lejos de la rotundidad del “I’m so Bored with the USA” de los Clash.

En canciones como “A Sort of Homecoming” podemos percibir cómo una épica pareja a la de Bruce Springsteen se incrustan entre sonoridades de vanguardia: el paisajismo de Eno, un ritmo a lo Can y el grupo más europeo de Estados Unidos, la Velvet Underground. Es más, “A Sort” es una de las más fascinantes recreaciones del sonido de los neoyorquinos sin caer en el plagio. Introducid en el reproductor este disco, dadle al play y escuchad: el fondo de la canción no es definido, no hay una guitarra reconocible ni un bajo marcado, sino una nebulosa de sonido informe en la cual los instrumentos se mezclan en una especie de feedback nada estridente.

Lo que hace Edge en esa canción es distorsionar el sonido tocando con slide, no puntear. El resultado tiene un aire psicodélico, pero no es una psicodelia multicolor tipo Beatles, sino una psicodelia más oscura, y de hecho el efecto del sonido les emparenta directamente con John Cale y el tratamiento que daba a su viola eléctrica (la técnica es la misma, las cuerdas se rasgan y el sonido se ensucia con distorsión).

“ASort of Homecoming” está remotamente inspirada en “Venus in Furs” de la Velvet. No es que se parezca a “Venus in Furs” sino que toma los elementos que Cale empleó en esa canción de la Velvet, estos son trasplantados a un grupo distinto y terminan tomando un cierto aire Folk (recordemos que Cale es galés) reproduciendo ese mismo sonido. En “The Unforgettable Fire” se encuentra presente la triada conceptual que desarrollarán en el resto de su carrera: la furia violemta del Punk transformada en energía positiva, la veta avanzada que les descubre Eno, llevándoles desde sus tímidos intentos del post punk (algunos temas de “October” tienen una clara impronta a Joy Division y a The Sound) a las raíces de este movimiento, empleando al grupo como banco de pruebas donde llevar a la práctica ideas entresacadas tanto de sus proyectos o de sus fetiches sonoros.

Y por último, la omnipresente sombra que emiten los Estados Unidos, como un satélite en fase creciente que gira alrededor de la obra del conjunto. En “Unforgettable”, dicha sombra sólo está presente en cuanto a temática general, aunque pronto se aventurarán a dar, desde su óptica de grupo extranjero y sin raíces, una interesante visión (distorsionada desde la lejanía y una concepción a medias entre el mito y la crítica) sobre la música americana en “The Joshua Tree”.

Otro tipo de raíces, más propias para unos irlandeses, se encuentran también presentes; me refiero al león de Belfast, Van Morrison. El genio cuya obra gira alrededor de una frase que conocemos todos gracias a “The Commitments”: “los irlandeses somos los negros de Europa”. Su gran hazaña es la de ser uno de los mejores intérpretes de Soul, sin necesidad de sonar negroide en ningún momento. Sus raíces son tan ancestrales como las del Blues, entrando en trance a mitad de una canción, como un druida celta, un chamán en vuelo de peyote o un cantaor flamenco.

Repitiendo sílabas hasta desdibujar las palabras, lanzándose en un paroxístico clímax que nos revela, sin palabras, sólo con sonidos, un mundo arcano y mágico que ya no existe. Según Bono “Bad” es un choque de culturas imposible, como Philip Glass en “Astral Weeks”, Van Morrison cruzado con la electrónica alemana. Aparte de servirle de guía vocal. El surrealismo de las letras de ese disco de Morrison inspiró a Bono “Promenade” (suciedad seca, hueso, arena y piedra[…]tobogán, ciudad junto al mar, coca cola, fútbol, radio, radio…”) y “Elvis Presley & America” (“la mejor canción jamás desaprovechada” según el crítico Dave Marsh; “una canción ralentizara hasta que sonara como un cerebro humano cargado de valiums, una persona envuelta en los algodones de los calmantes, una persona como Elvis. Todo suena borroso, musitado” de acuerdo con Bono) construida sobre la base rítmica pasada a menos velocidad de “Bad” con Bono marcándose una de sus mejores imitaciones de Van “The Man” Morrison.

La estructura es libre y Bono hace las veces de médium de ultratumba devolviéndonos a Elvis y las miserias de América en una letra que tiene que ver mucho con la escritura automática (Thom Yorke también escribe así las letras de sus discos). Curiosamente, esta idea de mezclar tradición y modernidad, puede que partiese de ¡Donna Summer!. Cedámosle, de nuevo, la palabra a Bono, “una de mis canciones favoritas es “I Feel Love” de Donna Summer y Giorgio Moroder. Me sorprendía que la voz de ella sonara todavía más Soul puesta sobre un contexto electrónico […] la voz humana trabaja por contraste. De hecho, se hace más humana en contraposición con la electrónica”.

Este descubrimiento adquirirá mayor preponderancia posteriormente, pero podemos encontrar un primer paso en “MLK” donde escuchamos algo parecido a una nana sobre un mantra sintético. “Wire” y “Indian Summer Sky” muy similares entre sí, son intentos de hacer una canción a lo “Like a Song” (de “War”) pero sin que resulte seca u opaca.

La canción que da título al disco es una suerte de versión sonora de “El Grito” de Munch. Trata de enmarcar y dar reflejo de lo inbarcable, el fuego atómico. “Bad” sintetiza la diversidad estructural de “The Unforgettable Fire” con el brillo melódico de “Pride”. Dos acordes suspendidos durante seis minutos sin variación de tempo.

Sorprende que en oposición al orgullo yonkarra de “Heroin”, canción que tuvo presente Bono a la hora de escribir la suya, donde Lou Reed acaba admitiendo la anulación sensorial, anímica e incluso metafísica que le produce la heroína con ese verso que da escalofríos por la sequedad con que se recita “Y le doy las gracias a Dios porque no me importa nada”, el yonki que retrata miseria que subyace en si mismo y alrededor (“dislocación, aislamiento, separación”). “Estoy completamente despierto”, grita en el momento más profundo del álbum, sin pudor, enseñándonos las entrañas.

La inmersión de Bono en la obra de su paisano Morrison parte de la casualidad. Como todo irlandés, conocía los típicos éxitos de Them, pero no mucho más, hasta que en julio de 1984, la revista musical irlandesa Hot Press propone a Bono que entreviste a Bob Dylan ya Van Morrison, en lo que sería una especie de encuentro generacional entre dos glorias y el nuevo pretendiente a la realeza del Rock. Bono se reúne con Dylan en el Slane Castle horas antes del concierto que este último tiene previsto en el propio castillo.

Dylan, aprovechando el contexto, saca a colación bandas de Folk irlandés que para su sorpresa Bono desconoce. Charlan sobre sus problemas con los estudios actuales, coincidiendo en que ambos desean grabar en lugar más inspiradores. En esto entra Van en la conversación y Bono aprovecha para hablarles de sus últimos descubrimientos musicales: Eno (que recibe la aprobación de la pareja), Conny Plank (el más afamado productor de krautrock) y los experimentos con sintetizadores (esto levanta suspicacias entre la extraña pareja). Bono pasa a preguntarles por la música que escuchan actualmente, Dylan suelta una retahíla de música Folk y con ayuda de Morrison, dan la vuelta a la tortilla, preguntando a Bono si los conoce. Él se disculpa aludiendo que su música no tiene raíces y suelta algún nombre norteamericano.

Van y Bob no están satisfechos, conminan al joven a escuchar conjuntos de raíces irlandesas. Los dos maestros se apiada de él y le recomiendan una serie de artistas y obras fundamentales a escuchar, tarea a la que Bono se entregó con la obsesión que siempre ha caracterizado a este hombre, Aún faltaban unos meses para que esa música empapase sus propios discos, pero ese mismo día, Bono, junto a Van, subió al escenario durante la actuación de Dylan. Quizá las fuerzas telúricas propias del epicentro en el que gira nuestra historia, el Slane Castle, avivadas por la presencia de las dos leyendas que compartían escenario, se apoderaron del joven Bono, quien advertiría una impresionante mejoría como cantante a partir de este momento.

“El disco tiene sus debilidades pero…me imagino que se puede ver cómo aumentar una imagen a partir de la película fotográfica, la imagen se hace menos precisa, pero los bordes indefinidos que rodean la foto son parte de la belleza. Hay que juzgar el todo, y por lo tanto, las restricciones son parte del conjunto”. Daniel Lanois

Cuando concluye el mes extra de estudio que pide el conjunto, Island da por finalizado el disco, aunque el grupo no cree haberlo terminado. Sale a la calle el disco y el grupo parte de gira. Si pensaban que tras el accidentado proceso de aprender de nuevo a crear música y registrarla, todo iba a ir sobre ruedas, están muy equivocados. Hay problemas para reproducir en un escenario lo que suena en el disco, todas esas texturas arduamente conseguidas junto a Eno, se evaporan en directo: “Unforgettable Fire” suena muy plana sin los arreglos de cuerda que escribió Noel Kelehan para la canción, “Pride” tampoco resulta y es el single a promocionar. “Bad” cuya estructura abierta permite tantas posibilidades, tiene tan poco encanto al principio que Bono a de sacar a una chica del público a bailar sobre el escenario para entretener al respetable.

Tampoco el disco ha tenido el efecto esperado: sube a los primeros puestos en Gran Bretaña y se vende bien en Europa, como esperaban, pero su incidencia al otro lado del océano es escasa. Necesitan desesperadamente de su otro gran atractivo, su potencia escénica, pero para ello tienen que conseguir interpretar correctamente el nuevo material. Edge descubre que introduciendo secuenciadotes pueden recrear las densas atmósferas de Lp sin necesidad de contar con músicos adicionales.

De repente hay un golpe de suerte: una portada en el Rolling Stone de marzo de 1985 con el titular “La banda de los 80”. La bola de nieve empieza a rodar, dos semanas después llenan el Madison Square Garden y son invitados por Bob Geldof para actuar en Wembley formando parte del colectivo que apoya Live Aid, dedicado a recaudar fondos para paliar el hambre en el África central. Por fin el triunfo llama a su puerta. El evento consistirá en dos conciertos simultáneos (uno en Wembley, y el otro en el estadio JFK de Filadelfia) retransmitidos vía satélite a 72 países y en el elenco se encuentran David Bowie, Led Zeppelin reunidos para la ocasión, Queen, Mick Jagger, Paul McCartney, Ronnie Wood, Keith Richards, Sting, Elton John y un largo etcétera.

De un evento tan grandioso y durante el cual hubo tantas decepciones como fue Live Aid, destacan dos actuaciones: las de Queen y U2, auténticos triunfadores de la velada. El set de Queen es un ejemplo de pragmatismo y poderío escénico, básicamente un medley con algunas de sus canciones más exitosas, repasando la historia de la banda, demostrando de paso el poder del videoclip a la hora de organizar una coreografía (llevando una de las cisma del expresionismo alemán de masas ¡chúpate esa, Brian Eno!.

Pero la actuación de U2, en un contexto tan programático, destaca precisamente por presentar a unos tipos llevándose por la pasión del momento. No es que decidiesen improvisar. ¡de hecho ni siquiera el grupop tenía planeado lo que sucedió!. Tenían pensado tocar tres canciones. “Sunday Bloody Sunday”, “Bad” y “Pride”. Pero en medio de “Bad”, Bono tiende el micro ante la audiencia. La respuesta es tan intensa que decide acercarse a la parte delantera del escenario. Un inmenso foso separa al público del conjunto. Pero Bono está decidido a salvar esa ridícula barrera e integrarse con los espectadores.

Ve a una chica entre la multitud, salta al foso y pide a los de seguridad que la acerquen. La abraza, mientras el resto de la organización no sabe qué diablos está haciendo el cantante (aunque las cámaras siguieron en todo momento a Bono y se relató a los televidentes sus evoluciones escénicas, desde el escenario no se le distinguía, se puede escuchar al resto de U2 repitiendo el mismo fragmento, sin saber qué hacer).

Como detalle más insospechado, esa pequeña cita al “Satellite of Love” que Bono amaga al principio de “Bad” (también al final cuela un fragmento de “Walk on the Wold Side”) le granjearía las simpatías y la amistad de su autor. Lou Reed estaba cabreadísimo porque no le habían invitado al evento. Como corresponde a un encantador cabroncete egomaníaco como Lou, lo que le irritaba era que ninguneasen su indiscutible talla como uno de los músicos más influyentes del Rock, al no contar con él. Su esposa Sylvia vio la retransmisión y le contó luego a Lou (que por supuesto, no vio el programa) que ese chico de U2 había conseguido que de alguna manera su legado estuviese presente en la velada.

En la gira de “Conspiracy of Hope” del 86, Reed agradecería personalmente el gesto a Bono. Por no mencionar la moda capilar que el mullet de Bono (que el muy ingenuo pensaba que le daba un toque sofisticado ¡a lo Bowie! En lugar de hacerle parecer un castor) provocó en el mundo entero.

Gracias a esta actuación, más un golpe de suerte que una consecuencia, U2 alcanzan un estadio de popularidad masiva que jamás abandonarán (con los vaivenes lógicos de los años, pero siempre en primera división). Han superado el desconcierto que el disco provoca ante sus seguidores de antaño, han ganado nuevos seguidores y, sobre todo, han dado con las pautas sonoras de un nuevo sonido que tendrá epílogos de mayor éxito.

La influencia de este disco concreto, aunque ensombrecida por la de otros álbumes propios de mayor fervor popular, se pueden rastrear en la obra de otros conjuntos, cuyo ejemplo más evidente es Radiohead. Su “The Bends” es el disco que más se acerca sonoramente al largo de U2, aunque quizá sea “Kid A” el que realmente recoge las directrices de “Unforgettable Fire” en su exploración de las texturas de la canción y extrapolar elementos vanguardistas destinándolos a temas con estructuras más asequibles.

Aparte de su proyección sobre grupos más o menos mainstream, existe la leyenda apócrifa de que esta obra de U2 fue uno de los Lp´s que más escuchaba el mismísimo Miles Davis en la convalecencia hospitalaria que lo llevó a la muerte en 1991. Y un grupo totalmente marginal, como es el caso de los italianos Uzeda, que han sido producidos por el tipo que está en plena Yihad contra la industria, Steve Albini, mantiene en algunos de sus discos (concretamente en “Waters” de 93) deudas evidentes con esta obra de U2.
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GatoWilly 948 06 October 2010 a las 21:20
strongman 271 06 October 2010 a las 23:29
kite38 244 07 October 2010 a las 08:30
SirAdam 229 07 October 2010 a las 11:40
GatoWilly 245 07 October 2010 a las 13:36
DarkAcrobat 225 08 October 2010 a las 06:25
SEBHAS 317 08 October 2010 a las 06:43
Me2 239 08 October 2010 a las 17:44
jazzvolvo 245 08 October 2010 a las 20:22
feedback_u2000 224 09 October 2010 a las 11:40
GatoWilly 266 15 October 2010 a las 18:06
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GatoWilly 411 15 October 2010 a las 18:06
tacitus99 218 15 October 2010 a las 19:27
Rathgar 266 19 October 2010 a las 17:21
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patxikUBI 223 27 November 2010 a las 10:30